trick or treat [kookmin]

III - Fiesta.

— ¡JUNGKOOK! — Escuché la voz de Chungha llamarme.

— ¿Qué pasó? — Respondí desde la comodidad del sillón.

— ¡MUEVE ESE LINDO TRASERO TUYO Y VEN A AYUDARNOS! — Gritó Seokjin desde la parte de afuera de la casa.

Reí para mí mismo y me paré yendo en su dirección.

— ¿Qué necesitan? — Dije una vez llegué a donde estaban intentando colgar calabazas en un árbol que se encontraba afuera de la casa.

En realidad era una gran casa, tenía un gran patio y una linda alberca. Era una casa perfecta para hacer fiestas, justo como Yugyeom decía.

— Ayuda a tu hermana a colgar eso en el árbol. — Chungha me dio una extensión de luces. — También faltan algunas decoraciones de adentro y supuestamente empiezan a llegar los invitados en una hora.

— ¿Ya están todos disfrazados? — Pregunté mientras colgaba las luces.

— Sí, el único que falta eres tú y no mueves tu flojo trasero del sillón.

— ¿Qué traen hoy con mi hermoso trasero? — Pregunté divertido recibiendo un golpe de mi hermana, lo cual me hizo reír.

— Bien, vamos al cuarto de Yugyeom, ahí están las cosas para tu disfraz. — Chungha tomó mi mano y me arrastró por el jardín hasta la casa.

— ¿De qué me vas a disfrazar? — Pregunté subiendo las escaleras aún con la mano de mi hermana en mi brazo.

— Es una sorpresa, fortachón. — Me miró con una sonrisa burlesca haciendo que rodeé los ojos.

Una vez llegamos a la habitación, me dio un gancho con ropa.

— Ten, ponte esto. —Señaló el baño.

Rápidamente lo tomé y me adentré al baño de la habitación.

Luego de unos minutos, salí ya cambiado. Un traje morado oscuro, casi negro y unos zapatos negros.

— ¿Sólo esto? — Pregunté saliendo del baño y parandome frente al espejo.

— Oh, hermanito. Claro que no, es solo el inicio. — Sonrió.

— ¡ESPERA! — Levanté mi mano. — ¿Qué vas a hacer con ese tinte?

— Pintarte el cabello. — Pronunció obvia.

— No, no, no. Mi cabello no lo tocas. — Me levanté de la cama y me alejé.

Rodó los ojos. — No te lo voy a cortar, solo es un tinte temporal. Con unas lavadas se te quita. Ahora ven aquí, cobarde. Sólo tenemos 40 minutos y todavía falta. — Me tomó del brazo y me sentó en la cama.

— Pero...

— Pero nada, pasame los guantes que están ahí.

— Esta será una larga noche. — Suspiré pasándole los guantes.

— Sí, si, si. Ahora no te muevas o te pinto la cara.