Capítulo II

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Conforme el animal avanzaba por el bosque, Yona recordaba las lecciones de Hak con total claridad. Recordaba cada escenario tal y como si lo estuviera reproduciendo en su cabeza.

Minutos después, terminó por suspirar, dejando las memorias un instante aparcadas, así como la angustia que casi la tenía dominada, y decidió centrarse en su propósito. Estaba totalmente decidida a tomar a tan grande presa que su tío se tragaría cada una de las palabras que le dijera. Menos mal que aunque aquel mundo era distinto en varios términos, no había perdido la habilidad ni la fuerza que había adquirido en su largo periplo. Eso era una evidencia más de que no había sido un sueño, y aferrarse a ello le daba fortaleza.

Observó con minucia cada arbusto, deteniéndose al mínimo movimiento o ruido, con una flecha tensando la cuerda del arco, lista para disparar, pero se decepcionaba al ver que eran pequeños animales los que salían corriendo o que veía inmóviles, con ojos totalmente abiertos detonando miedo. No había modo de que fuera a regresar con un animalillo pequeño e inofensivo, pues estaba segura de que aunque pudieran llegar a halagarla por al menos haber capturado algo, no sería con verdadero entusiasmo, y además, tenía que ganar. Quería ganar.

De repente la idea de ganarle a Hak le dibujó una grande sonrisa en los labios. Si lo lograba sería la primera vez que lo vencía en algo, y eso la emocionó de sobremanera.

Transcurrió cierto tiempo en aquel ambiente, sin toparse con una presa digna de mostrar, hasta aquel entonces, cuando escuchó un sonido mayor que hizo que se detuviera. Por el chasquido que las hojas producían por sus pisadas, Yona pudo fácilmente deducir de que se trataba de un animal grande.

Pidió a su caballo que se detuviera para escuchar con mayor claridad, percatándose de que el animal hizo lo mismo, seguramente consciente de que había algo o alguien asechándole para así darle caza.

Yona podía verlo a unos cinco metros de ella, quieto, con los ojos atentos, moviendo la nariz para captar con mayor énfasis a su rival.

El corazón de la joven golpeaba fuerte su pecho. Tenía que reconocer que estaba nerviosa. Aquel oso era mayor del que había cazado en una ocasión, pero aún así no iba a desistir.

En el silencio y la inamovilidad, el animal pareció impacientarse, así que comenzó a avanzar lento, dejándose guiar por su olfato, atento al más mínimo ruido o presencia.

Entonces, Yona con el máximo sigilo, tensó la cuerda al máximo y dejó que la flecha saliera disparada, clavándose con éxito en el lomo del animal, el que de inmediato rugió con violencia y se lanzó en su dirección. Su grito hizo que el caballo se alterara, pero Yona se mantuvo firme sobre él y comenzó a huir del animal enfurecido que la seguía. Tenía el pulso a mil, y una expresión tan seria que casi lucía sombría, más no perdió la atención que requería en aquella situación.

Entonces Yona tiró de la guía del caballo y lo hizo girar, solo deteniéndose el momento justo para lanzarle otra flecha al oso, la que en esta ocasión apenas llegó a rozarle la espalda.

Por ello emprendió una nueva cabalgaba, teniendo al animal siguiendola el paso, sin desistir de aniquilar a su agresora.

Yona quiso probar a acertarle en pleno movimiento, quizás en su impaciencia, lo que no tardó en darse cuenta de que estaba más allá de sus capacidades. En el tiempo en el que se sintió en el vacío, chocando después contra el duro suelo. El caballo siguió su huida, aterrorizado, dejándola a merced del animal enloquecido.

Ella no se paró ni un instante en contemplarle, la experiencia que había adquirido la hizo ponerse a correr de inmediato sin mirar atrás.

Por supuesto el animal no tardaría nada en darle caza, y Yona sabía muy bien que correr era una acción inútil en caso de que decidiera perdurarla; cosa que nunca fue su intención.

Akatsuki no Yona ~ Un Cielo distintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora