ᴄʜᴀᴘɪᴛʀᴇ ⌈𝟏⌋

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Todas las noticias decían lo mismo; Vuelven a quemar patrullas¿Quién será él que prende llamas violetas?

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Todas las noticias decían lo mismo; Vuelven a quemar patrullas¿Quién será él que prende llamas violetas?. Una parte de la población estaba asustada, pero la otra parte revolucionista, la que odiaba el gobierno, lo ovacionaban y era un ejemplo a seguir. Un hombre en silla de ruedas estaba interesado, pasaba días intentando comunicarse con él, pero le era imposible porque aquella persona se lo negaba, y eso le fascinaba. Entonces lo logró un día se pudo comunicar.

Maddy dijo sereno.

La pelinegra soltó la lata entre sus manos y se levantó del sofá, mirando frenéticamente a todos lados, buscando quien había entrado a su casa.

―Qui est dans ma maison? ― gruño.

Soy el profesor Charles...

―Ya sé quien sos ― interrumpió. Se sentó de nuevo en el sofá y con odio dijo:―No me interesa, no quiero que me hagan una sesión de fotos para una revista, no voy a firmar autógrafos, no voy a dar entrevistas, yo lucho no soy una estrella de Rock.

Exacto exclamó ―.Queremos que vengas, se que no puedes controlar bien tu mutacion, aquí podemos ayudarte a controlarla, y cuando lo consigas lucharas a nuestro lado.

―No me interesa, no insistas ―.Con eso de nuevo dejo que Charles no entre más en su mente.

Suspiro cansada y miro desinteresada la lata de atún entre sus manos. Miró a su alrededor mientras comía una cucharada del simple atún. El lugar estaba en ruinas, las paredes quemadas dejando a la vista la madera que sostenía el segundo piso, los pisos polvorientos al igual que los viejos muebles sin haber limpiado desde hacía años, y lo más repugnante los insectos merodeando hasta el más pequeño rincón de esa casa abandonada. Para los vecinos que vivían alrededor era eso una casa abandonada que el gobierno no se hacía cargo de ella, cuando la realidad era que una joven de diecinueve años vivía en esas condiciones.

―Idiots ― murmuró al ver el periodico en la mesa ratona frente suyo.

Se llevó otra cucharada a la boca sin dejar de ver el periodico, lo miraba con tanta ira y frustración. ¿Él?,¿Acaso no puede una mujer también haber hecho eso?. Pero lo que más le enojaba es que no hayan dicho la razón por la cual incendió esas patrullas.

Agarró la cuchara y la lata con fuerza. Una gran ira y frustración abordaba en su interior que no pudo evitar comenzar a calentarse, ella estaba caliente, pequeñas manchas negras aparecieron en su sudadera, sus manos comenzaron a estar en llamas, pero lo más sorprendente que Maddy no pudo lograr ver fueron sus ojos, estaban violetas...

Ella no lo hizo, ella no arrojó fuego al periodico, e igual sucedió el se prendió en las llamas violetas que ella creaba. Toda su ira se desvaneció con rapidez y la suplanto el temor.

―Quoi?.

Ya había sucedido una semana de aquel simple suceso que la comenzó a atormentar por las noches, si logro hacer eso con tan solo mirar el periodico, podría hacérselo a alguien inocente, eso la atormentaba poder lastimar a otra persona inocente.

Salió del oscuro callejón y se ocultó bajo la capucha, contrastando una sombra en su rostro temiendo que alguien la reconociera. Aunque no haya tránsito en esa zona, miro a los dos lados antes de cruzar la vereda, cuando lo hizo notó una camioneta negra, no le tomaría importancia pero esa camioneta se veía muy bien cuidada para estar en ese barrio. Al cruzar la vereda escuchó el motor prenderse, y la alarmó haciendo que comenzara a caminar más rápido.

"Ne vous inquiétez pas, cela peut être une coïncidence"― pensó intentando tranquilizarse, pero de todas formas miro sobre su hombro encontrándose que la camioneta si la estaba siguiendo.

Sostuvo con fuerza la bolsa y comenzó a correr, a lo que las personas dentro de la camioneta les alarmó y aceleró intentando alcanzar a la persona encapuchada. Maddy dobló un callejón, pero eso no fue un obstáculo para que la camioneta pasara. Agitada llegó al final, obstaculizando una malla metálica que al otro lado si había una salida, sin dudarlo dos veces la trepo logrando llegar al otro lado. Les hizo una seña obscena y se fue del lugar.

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Ya hacía una hora que había llegado a su casa, no se encontraba rastro alguno de que la camioneta la haya seguido y descubierto su paradero, pero igual seguía alarmada mirando cada segundo por la ventana delantera de su casa. No había rastro de nadie, ningún auto o persona circulando por el lugar, todo estaba desierto. Suspiro y dejo de mirar por la ventana, tenía hambre y como todas sus cenas se sentó en el sucio sofá y comió de su lata de atún.

Si tan solo se hubiera quedado unos segundos más habría descubierto que las personas de la camioneta si descubrieron su paradero. Dos personas bajaron de la camioneta y miraron curiosas el lugar, la casa estaba en ruinas, el césped era una jungla y las rejas que la rodeaban estaban oxidadas.

―¿Segura que es aquí? ― pregunto curiosa mientras subían las escaleras.

Ella solo asintió y entró sin ningún problema. Enseguida se taparon la nariz por el repugnante olor que emanaba en el interior. Humedad, restos de atún y heces de algún que otro animal no eran una gran combinación. Siguieron caminando hasta topar con la sala de estar, o mejor dicho la combinación de todas las habitación de la casa a excepción del baño. Maddy enseguida miró a la entrada y se paró preparada para cualquier problema, sorprendiendo a las dos chicas, ellas pensaban que era un chico.

―¿Quienes son? ― gruño.

―Yo soy Jean y ella es Ororo, somos de... ― dijo mientras lentamente comenzó a acercarse poniendo más en alerta a Maddy.

―Ya le dije que no quería, que no insistiera ― interrumpió tajante.

―Te ayudaremos ― dijo Ororo.

Jean seguía insistiendo y Maddy apretaba más sus puños dentro de su sudadera, intentando controlar el enojo de la tal sola presencia de las dos chicas. La mesa ratonera era lo único que separaba a la pelirroja y la pelinegra. Maddy ya estaba demasiado enojada para controlarse logrando que su mutación, aquel fuego que inunda en su interior, se reflejaba en su manos quemando los bolsillos y parte de su sudadera. Jean sorprendida y con temor retrocede.

―Les dije que no insistieran ― dijo entre dientes.

Lo que le había sucedido no hacía más una semana volvió a aparecer, sus ojos se volvieron violetas. Ororo, con sorpresa, miraba los ojos de la chica, al igual que Jean. Él profesor no les informó que pudiese hacer tal cosa con sus ojos, solo con sus manos.

―Tus ojos ― susurró Ororo.

Maddy de inmediato la miró y algo mareada sacudió la cabeza, con solo ese acto su mutación se calmó, ya no tenía las manos en llamas, sus ojos volvieron a estar de su color natural y su pecho se enfrió. Retrocedió chocando con el borde del sofá y cayó rendida en este, para finalmente cerrar los ojos. De inmediato, y confirmando que tenía la guardia baja, Ororo y Jean se acercaron a ella.

Definitivamente se había desmayado.

𝑭𝑬𝑼 ⌈Peter Maximoff⌋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora