Potter

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El silencio nunca fue problema para ellos dos, sin embargo, en ese momento era tanto pesado como incomodo. Ron paso la mano por su cabello y suspiro con fuerza, miro a su amigo nuevamente, y por último, se dejó caer sobre el sillón.

— Harry.. George... no puedo dejarlo solo.

—Fuiste uno de los mejores aurores que conocí, Ron. Te necesito, necesito encontrar a todos los mortifagos que escaparon, y eso solo lo podré investigando a sus familiares. No confió en ellos ¿que pasara si intentan traer de nuevo a Voldemort? —espeto Harry ansioso con el rostro ardiente gracias al reflejo de la calidad iluminación de la chimenea de su oficina.

—pregúntaselo a Neville, seguro que aceptara — ofreció Ron como si hubiese encontrado la solución a todos los problemas del mundo, tan obvio y certero.

— No lo aceptara, esta fascinado con la herbología —Harry rodo los ojos — Ron, te lo pido como amigo, necesito que me ayudes, ningún auror que conozca tiene tus cualidades. 

—Ya lo deje Harry, deje eso atrás. George me necesita, soy su hermano. Si lo dejo solo... el volvería a... ya sabes, sigue confundiendo a su hijo con Fred, no quiere ni verlo.

— Entiendo... —respondió Harry con un fuerte suspiro —George es afortunado de tenerte como hermano.

—de verdad lo siento Harry, y espero que tengas éxito con tu proyecto... ¿Hermione lo sabe?

—es la ministro de magia, lo sabe todo. Pero no está de acuerdo, dice que la guerra ya paso y que la mayoría de los fugitivos no volvieron a tener movimiento sospechoso desde entonces. Tampoco es certero saber si su participación en la guerra fue voluntaria o no. Pero, Ron, estoy seguro que los mortifagos siempre serán mortifagos. Mientras estén sueltos... no poder dormir en paz.

—Hoy en días hay más problemas con las criaturas mágicas que con los magos es si, Harry. Los hombres lobo amenazan diariamente con atacar a la comunidad de magos si no les damos un espacio en la sociedad ¿por qué no te ocupas de eso?

— Hermione se ocupa de eso — respondió Harry indiferente —yo solo tengo que presentarme si atacan a alguien. Además, nunca lo hicieron, nunca atacan, y ya tienen su lugar. Voy por algo más serio, Ron. 

—Harry, no pierdas la cabeza, relájate. El ya no está, no hay peligro —respondió Ron estirando su cuerpo con un fuerte bostezo —tengo que ir a casa.



No es que no quisiera a su familia, los amaba, sin embargo debia de admitir que se sentia fuera de lugar. Lo que lo abrumaba no podía resumirse en una palabra. Odiaba ese sentimiento de incomodidad y angustia cada vez que tenían una cena, las pienas le temblaban y solo queriam salir corriendo. Nauseas, los aturdia las voces mezcladas entre risas y comentarios entrelazados.

Era como si no encajar.

Como un pez en la selva, simplemente no estaba donde creía pertenecer, pero aun así, tenia que intentarlo... El oceno se hallaba lejos de su alcanse.

No era como ellos, hace años que lo sabia, pero nunca lo admitio. No compartia esa aspiracion a la aventura como los demas integrantes de su familia. Estaba lejos de ser como su padre, un hombre que daria su vida en bandeja de plata contal de acabar con los magos oscuros. Sin duda todos en su familia no lo pensarian dos veces en lanzarce a las llamar ardientes del riesgo, demostrar que fieron ellos y su valentia los que consiguieron el merito. A Albus le daba igual, le daba igual los ideales de justicia y aventura que todos compartian.

Albus quería la gloria, los ojos le brillaban al verse a sí mismo como el mago más poderoso de todos los tiempos, ser reconocido por quien era, no por ser un Potter. Ante sus analíticos ojos, siempre veía las posibilidades de expandir su conocimiento, de encontrar magia nunca antes vista, la magia oscura le llamaba la atención ya que pocos magos eran capaces de usarla. Que tan maravilloso debía de ser dominar un arte tan misterioso y escaso.

Magic Blood III ( Y El Gen Magico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora