La Radio Del "El Tío Shima" || Present Mic.

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"Buen día, me dicen Ren, quería pedir si podías pasar Terrible Thing de AG, estoy deprimida y tu radio me sube el ánimo, gracias."

—La canción está en la cola, gracias por la llamada Ren y por las palabras, espero que tu estado de ánimo mejore pronto, para animarte te contaré un chiste que me acabó de acordar—Dijo el locutor— Un matón de metro noventa y casi cien kilos de peso entra en el bar, le da un puñetazo a la barra y pregunta con voz amenazante:

—¿QUIÉN ES JUAN?

Un tipo delgadito y bajito se levanta de una de las mesas, apurando su cerveza, y contesta.

—Yo soy Juan, ¿pasa algo?

El matón agarra a Juan, lo saca del bar y le pega una paliza. Juan vuelve a entrar en el bar. Cojeando. Con toda la cara y la camisa manchada de sangre. A pesar de que le duele respirar, se está riendo, muy flojito.

—He engañado a ese estúpido -dice-. Yo no soy Juan.

Me reí, a pesar de ser bastante malo, no me lo esperaba, me alegró lo que quedaba del día, por esto era mi radio favorita, siempre daba buenos consejos, ponía buena música y me acompañaba durante mi día a día, a veces leía el horóscopo a su manera y era muy divertido.

Seguí caminando con los auriculares puestos hasta el mini supermercado que había a cinco cuadras de mi departamento y me pillaba de paso, compré dos ramen sabor a pollo picante, un chocolate con maní y una gaseosa con gusto a uva.

Llegué a mi casa mientras escuchaba la canción que había pedido en la radio, bailando y subiendo las escaleras como podía ya que los escalones son demasiados altos para mis cortas piernas, entré, me saqué el saco y los tacones que solía usar para la oficina, fuí hacia la cocina, calenté agua, preparé uno de los dos ramen de pollo mientras prendía la televisión y terminaba de escuchar la radio, ya eran las 21:30, siempre terminaba el directo a esa hora y ponía una playlist en bucle hasta las 18:00 del día siguiente cuando comenzaba la transmisión, debía ser una playlist muy larga porque era difícil que se repitiera una canción.

Cené viendo el noticiero nocturno, miré la hora y suspiré, sino duermo ahora mañana no podré levantarme, ¿en qué momento me convertí en esa señora que duerme temprano? Me levanté y fuí a acostarme, pensé que lo que había hecho ese día, en lo que tenía que hacer para el siguiente y sonreí al recordar el chiste —gracias locutor anónimo —susurré y me dormí.