Un pedazo de esos cielos

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Y hoy me han preguntado a qué viene ese objeto que cargo a todas partes, y les he contestado de diferentes formas: encogiéndome de hombros, cambiando de conversación, restándole importancia, excusándome, entre otros gestos y acciones que nada que ver.

Es mi libreta lo único con lo que me puedo sentir cómoda y ser yo misma. No tengo que responder a nadie más, ni a mis padres, ni a mis hermanas ni amigos, y lo que es mejor: ni a mí misma. Y con mi libreta no hay restricciones.

Le he puesto un título, se ha llamado "My Infinity Sky". Es irónico por la similitud de mi apellido y la portada, te doy una descripción de su color: Me recuerda al cielo en días de Julio, porque en ese mes llueve y el clima está fresco, tranquilo y un tanto melancólico. A los cielos del mejor Invierno porque se tiene la vista de las estrellas más relucientes y abundantes; también es del color de cielo en Primavera, y creo que ya te imaginas el por qué, te dirías por ser el mes donde todo nace, florece y brota con sus magníficos colores. Y pues sí aunque en especial se parece al cielo de Otoño, porque fue en esa estación en la que mis manos tocaron el aterciopelado del encuadernado por primera vez cuando lo recibí de las manos de mi tía abuela, y fue esa también la última vez que la vi.

Es mi libreta favorita, ni muy grande ni muy chica, es mediana y con eso basta (Vaya, eso rimo). Y por dentro las hojas son normales, blancas y lisas. Nada fuera de lo común para pasar desapercibida como cualquier otra, excepto por la cerradura de enfrente y cuya llave tintinea en mi cuello al andar. La ando conmigo la mayor parte del tiempo, y es porque la mayor parte del tiempo escribo. No grandes textos pero sí párrafos que se alzan en mi imaginación, temerosos y cambiantes. Como yo.

Mis escritos casi nunca tienen coherencia para otros más que para mí, y es que resulta difícil ordenar todo ese remolino de palabras que te golpea en un curva perfecta, las palabras toman las riendas y se escriben como quieren, una tras otra, una tras otra y sin parar a ver que ninguna haga falta. Supongo que debe ser algo común para aquellos que degustan escribir, no lo sé, hay veces en que se rehúsan a salir de su agujero por toda una temporada. Son impredecibles. Igual que un lector. Igual que .

Y es que tú y yo somos tan iguales en ese aspecto, te lo había dicho ¿no? La pasión furtiva de escribir. Digo, debes tenerla sino no hubieras llegado hasta esta parte, o yo que sé, tal vez solo pasas las páginas. Espero que no. Espero que en ti haya un cielo Infinito que necesita ser descubierto y que solo necesitas abrir los ojos y alzar la cabeza. Porque nuestro mundo, este mundo, está en los cielos.

Así es, allá arriba se alzan todos y cada uno de ellos en su imperfección perfecta, sobre las nubes y reinos con castillos, casas modernas y personajes extravagantes que te abren las puertas a otra dimensión. Mi libreta es una puerta. Un pedazo de esos cielos, es mi escape a mi mundo, donde las personas son aceptadas, mi familia no está rota y el mundo ya no es tan gris. Yo los creo después de todo, utópicos, fantásticos y tan... irreales.

Excepto que debes tener cuidado. Mucho cuidado de que la puerta se cierre. No está bien quedarse en esos mundos durante mucho tiempo, es peligroso. Tú eres dios en ellos pero si te quedas ellos serán dios para ti. Debes estar atenta, los cielos fueron hechos para aquellos que vuelan y nosotros no podemos volar, sólo saltar muy alto. No te confundas. Si quieres mira los cielos como una droga, en lo personal me gustan más las puertas. Una vez permanecí mucho tiempo, viaje entre mundo y mundos, saltando más y perdiéndome más. Me estaba convirtiendo en una nube. Al principio me espante. Dios, nadie me veía y yo no veía a nadie, no sentía. Estaba desapareciendo. Por suerte, alguien si pudo verme, y luego empecé a caer, muy rápido y el golpe vino inminente y aterrador. La realidad me dio con ganas, de esas que te dejan morado e inflamado.

Hay puertas por todos lados, de diferentes formas, colores y sabores. Está bien visitarlos, verlos, asombrarte y ser dios  en unos. Sin embargo, ruego porque veas la salida y más porque quieras buscarla. Yo no la quise buscar y por eso no la vi. Recuerda que la llave está colgando sobre tu cuello. Y recuerda que entre más te quedes, más grande será la caída.

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