Capítulo 2: La canasta perfecta

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Otra vez abro los ojos y aparezco en aquel extraño lugar junto a Jule, quien esta sentada en un auto volcado, ella al verme solamente me saluda con la mano.

-¿Qué tal te fue?- Le preguntó.

-Digamos que no soy muy popular en mi escuela, fue un día aburrido, solo sobreviví al dibujar- Decía, algo asombroso viniendo de alguien que se veía como ella.

-Pues lo creas o no soy muy distinta en el mundo real a como me ves aquí ¿Tu eres igual?- Decía con su típica sonrisa.

En ese momento recordé que no me había visto en el sueño, no sabía si era igual o si había cambiado.

-¿Me vas a decir que no te has visto aún?- Preguntó asombrada, a lo que le di una mirada que negaba el haberme visto ya.

Jule sacó un espejo de mano y me lo dio, ahí pude observar lo cambiado que estaba mi cuerpo atlético ahora era delgado, mis ojos verdes eran aquamarina, mi piel aún más clara, y mi cabello rubio era blanco, ella intentó aguantar la risa al ver mi reacción, pero falló, soltando una leve carcajada, era obvio gracias a esta que no era como en el mundo real.

-¿Entonces?- Preguntó de nuevo.

-Soy... - Iba a describirme, pero ella me calló con su mano.

-Ni se te ocurra decirlo, no quiero conocerte aun en persona, te ves alguien interesante, así que mejor primero conozcámonos y en algún momento nos veremos en la realidad ¿Te parece?- Dijo para luego quitarme su mano de la boca.

Accedí a esto, así que decidimos hacernos amigos y en algún momento el conocernos.

-¿Y a dónde te gustaría ir hoy?- Le pregunté.

-Pues la noche anterior elegí, ahora te toca a ti- Dijo.

La elección fue casi inmediata, así que dije en un tono neutro que a jugar basketball, cosa que a ella no le terminó de cerrar, pero aun así accedió, así que juntos caminamos hacia ese mismo lugar al que fuimos la noche anterior, pero ahora en vez de estar ese edificio enorme que decoraba al lugar con sus bellas pinturas, ahora estaba una cancha de basketball en la que había una pelota en medio.

-Sabes jugar ¿No?- Le pregunté.

-Claro que no, apenas y aguanto al correr y quieres que lo haga botando una pelota- Dijo algo nerviosa.

-Vamos, es sencillo, solo debes botarla, es solo mover la mano arriba y abajo- Dije mientras botaba aquella pelota.

-Te advierto que soy malísima- Dijo.

Ella se notaba que no era la mejor, pero aun así se notaba que lo intentaba.

Tenía los típicos errores, pegarle demasiado fuerte o que se le fuera a un lado y por eso esto la pelota saliera disparada, así que cada que fallaba le mostraba como hacerlo una vez más y le explicaba lo mejor posible.

Por suerte al ser un sueño no nos cansabamos, así que podíamos correr e intentar un millón de veces sin parar.

Luego de algunos intentos logré que aprendiera a botar, así que fuimos a una canasta para lo siguiente.

-Entonces es solo lanzarlo y que pase ¿No?- Dijo con curiosidad.

-En si estas bien, pero debes agarrar el balón con la mano izquierda y con la derecha el direccionarla desde atrás- Le explicaba mientras le mostraba, logrando hacer una canasta limpia.

Ella intentó agarrarlo igual, pero al no aplicar tanta fuerza el balón no logró llegar ni a la mitad, ella solía mover su pierna derecha al fallar asi que la molestaba diciendole que realizaba un extraño baile.

-¡Deja ya!- Decía mientras reía por que no le dejaba tirar a la canasta.

-Estas viendo que soy malísima y lo pones más difícil- Decía al mismo tiempo que intentaba calcular.

Ella lanzó el balón y luego de varios intentos logró encestar, ella se iluminó rápidamente, saltaba y gritaba emocionada de un lado a otro, y yo a su lado hacía lo mismo, ella lo había logrado, en aquel momento pensé que no era la canasta perfecta pero ahora sé que por ser de ella si lo era.

Ambos festejamos su pequeña gran victoria, sin duda un momento alucinante.

Luego de esa canasta decidimos el sentarnos para charlar en una banca a un lado.

-Y dime ¿Qué te pareció?- Le pregunté.

-Divertido, si no fuera agotador en la realidad lo haría- Dijo mientras acomodaba su cabello detrás de sus orejas.

-Si hicieras algo de ejercicio cada día podrías hacerlo fácilmente- Al acabar de decir eso ella me dio un pequeño golpe en mi brazo.

-¿Me estás diciendo floja?- Preguntó, cosa que rápidamente negué y le grité que me perdonara, ella empezó a reír y dijo.

-Tranquilo, es de broma... Casi no suelo ser así en la realidad, supongo que al ser un sueño es más sencillo-

-Pues me agrada que seas así- Le dije, pero justo en aquel momento el sueño llegó a su fin.

Volví a la realidad, así que tendría que volver a la rutina tan vacía, al salir de mi casa me junte a Siara al llegar a la escuela, con quien hice el mismo camino a la escuela.

Al llegar tomé mis mismas horas de siempre, para que al salir nos juntaramos con Rita, Camille y Rick.

Los 5 salimos juntos a un pequeño parque que se situaba al lado de la escuela, ahí tenían los típicos juegos para niños y varias plantas que adornaban a los pequeños jardines, nosotros solíamos sentarnos al lado de un árbol de los jardines, en donde sus hojas nos cubrían de la luz del sol, dándonos un cómodo lugar.

Camille solía conversar junto a Rick casi siempre, haciéndonos sentir siempre como el mal tercio, Rita hablaba con Siara y conmigo de los chismes más impactantes de la escuela y Siara solía estar pendiente a su celular mientras me abrazaba.

Todo era tan común para nosotros, era hasta cierto punto el enterarse del antiguo romance de Clara con Ivan, de los próximos partidos que habrían, de los desastres de los profesores y de muchas otras cosas mientras tenía a Siara en mis brazos.

Cuando estábamos centrados en la plática un sonido nos interrumpió, causandonos un gran susto a todos, era el celular de Siara, así que ella se fue a un lado donde no escucharamos para contestar.

En cuanto Siara contestó, habló un rato y luego de colgar fue con nosotros para despedirse e irse diciendo que tenía un compromiso, esto era algo normal, pero no podía preguntarle que pasaba cuando estábamos con los demás, ya que si lo hacía los demás se enterarían de sus secretos.

Para evitar causar sospechas solía darme un guiño con su ojo derecho para decirme que estaba bien y que me quedara, asi que al recibirlo segui sus órdenes.

Amor de sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora