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Vacaciones de verano, la playa era una opción tentadora pero realmente común, es difícil vencer la sensación de la arena y el agua del mar pero imaginar la cantidad de personas los desalentaba un poco. La idea de Senjuro cinco minutos antes de rendirse fue mucho, mucho mejor.
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El viento era refrescante como solo el aire libre podía hacerlo. Diferentes aves daban un concierto sobre sus cabezas y el verde de todos los árboles era hermoso. Un estanque con una pequeña cascada que lo llenaba fue la parada perfecta para descansar y admirar el silencio natural antes de seguir explorando los alrededores.
Los caballos trotaban alegremente en el bosque mientras los dos hermanos los dirigían con tranquilidad para poder ver el hermoso paisaje que los rodeaba. De niños habían aprendido a montar a caballo por su madre que adoraba los caballos y ahora que habían decidido ir a un campamento en la base de una montaña cerca de la ciudad, ese conocimiento les era muy útil.
- Deberíamos volver para no perdernos la comida, Sen.
- Tienes razón, pero no quisiera desperdiciar la oportunidad que tenemos – comentó el hermano menor con una sonrisa tranquila.
O al menos para cualquier otro que no fuera su hermano mayor.
- ¿Qué planeas?
Esa sonrisa aunque no lo pareciera era una de reto y pronto desapareció de su vista.
- ¡El último en llegar tendrá que darle su postre al otro! – gritó Senjuro alejándose con su caballo en medio de los troncos.
- ¡Trato hecho! – exclamó Kyojuro con emoción, golpeando los costados de su caballo que comenzó a correr velozmente.
Las ardillas huían del paso de ambos Rengoku y los pájaros volteaban hacía abajo para verlos pasar por unos segundos. Algunos cuervos incluso los siguieron un par de segundos por curiosidad de ese extraño cabello hasta que el bosque terminó y el claro verde del pasto estuvo por todos lados.
- ¡Vamos chica! ¡Sé que puedes hacerlo! – dijo Kyojuro mientras palmeaba con emoción el cuello de su caballo.
La yegua blanca relinchó y rápidamente estuvo al lado del caballo que montaba Senjuro.
- ¡Vamos amigo, hay que ganar! – exclamó alegre el Rengoku menor acariciando el pelaje gris.
Su caballo reconoció el terreno y agitó su cabeza antes de acelerar para no decepcionar al chico. Los cuatro estaban emocionados y la meta estaba cerca, el camino de tierra decía que los establos estaban por aparecer...
La carrera casi terminaba.
- ¡Vamos! – gritaron ambos al mismo tiempo.
La puerta del corral estaba abierta, Mitsuri y Obanai platicaban encima de una de las vallas de madera hasta que vieron a Senjuro y Kyojuro acercándose a mil por hora.
Hubiera sido un empate pero el caballo del hermano menor era más experimentado y tenía varios trucos bajo su pata.
- ¡Senjuro llegó primero! – chilló Mitsuri con alegría cuando el caballo gris pegó un brinco y entró al corral bloqueando al otro.
- Eso fue trampa – comentó con una pequeña risa Obanai.
- Yo no le dije que lo hiciera – dijo Senjuro con una sonrisa y una palmadita de recompensa para su nuevo amigo.
- ¡Bien hecho Sen! ¡Logramos mantenerles el paso pero perdimos!
La yegua le resopló al caballo para darle a entender su molestia por la trampa que había hecho pero le duró poco el enojo cuando Kyojuro acarició su cuello y la felicitó mientras la consentía.
- Llegaron a tiempo, tu madre nos dijo que la comida ya estaba lista – mencionó Obanai.
Estaban en los establos para guardar a los caballos. Invitaron a sus amigos de la familia a sus vacaciones aprovechando que les harían una oferta si iban seis personas, un campamento de una semana con buffet, excursiones, paseos a caballo y fogatas al anochecer les pareció una excelente idea a Iguro y Kanroji.
Y por eso ahora estaban ahí.
- ¡Genial! Muero de hambre – dijo Kyojuro con una fuerte risa.
- No te olvides que me tendrás que dar tu postre hermano – recordó Senjuro.
- Oh, es verdad.
- ¡No te preocupes! ¡Yo te daré el mío! – exclamó Mitsuri.
- Y como a mí no me gustan tanto los dulces te daré el mío – comentó Iguro.
Entraron a dónde comerían y apenas empezaron a comer ya se escuchaban las risas de los jóvenes y las exclamaciones de cierto rubio que aunque había perdido la carrera contra su hermanito, estaba muy feliz de pasar tiempo con él y los que más amaba.
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Semana Hermanos Rengoku
FanfictionSiete pequeños drabbles/one-shots sobre los solecitos que todos amamos.