| Capítulo 3 (1/2) |

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Noté un ligero tacto en mi piel, como si algo caminara con mi cara por suelo. Abrí mis ojos con la esperanza de encontrarme con el intruso que había en mi cuarto. Una pequeña mariquita se encontraba avanzando desde mis ojos hasta mi barbilla haciéndome cosquillas cada vez que avanzaba. Qué curiosa forma de desertar, ¿no? Con gracia le di los buenos días y me levanté de la cama con un ligero dolor en al espalda, como de costumbre.

Una vez estaba de pie, comencé con la rutina de todos los días, que ya empezaba a ser demasiado monótona.
Intenté mentalizarme y hacerme a la idea de que mi sueño estaba comenzando.
Inmediatamente sonreí imaginándome el barco que siempre soñé con poseer, lleno de tripulación trabajando bajo mi mando. Me sentí poderosa ante ese pensamiento.

Bajé al comedor buscando mi desayuno y a mi madre, con unas ganas de abrazarla descomunales. Nada más verla en la cocina cortando unas deliciosas fresas, me lancé a sus brazos esperando una respuesta positiva de su parte. Ella se dio la vuelta con los brazos abiertos correspondiéndome al abrazo. 

—Veo que te has levantado con buen humor—dijo mi madre con gracia y una sonrisa en la cara.
—¿No puedo estar feliz porque al fin voy a emprender el viaje de mis sueños?—comenté con una sonrisa en la cara luciendo mis blancos y cuidados dientes.

Ella me dio un tierno beso en la frente, como si con eso me estuviera diciendo lo mucho que me amaba. Hice una tímida mueca al recibir aquel tacto y sonreí feliz. Por fin iba a ser libre y surcar los mares como siempre le conté a los niños con los que jugaba en mi infancia. Aquellos con los que correteaba a las afueras del pueblo fingiendo que éramos piratas escapando del ejercido británico.

Me despedí de mi madre para empezar el día dando una vuelta con Umber, quería despedirme de él de la mejor manera posible. Tenía pensado ir a la pradera de detrás de las montañas del pueblo que tanto le gustaba y pasar el día paseando con él. Una vez que tenía a Umber listo para salir, me subí a su lomo y partimos con marcha acelerada. 

Una vez que llegamos, quise que él mismo me guiara el camino al lugar que prefiriera y pasar la mañana ahí.

Una vez que llegamos, quise que él mismo me guiara el camino al lugar que prefiriera y pasar la mañana ahí

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Para el medio día ya estábamos en el pueblo, justo entrando en el pequeño establo de casa. Dejé a Umber en el establo y yo procedía a marcharme a la cocina a ayudar a mi madre poniendo la mesa para poder comer.

—¿Qué harás para conseguir un barco? Tengo entendido que el viaje que quieres realizar será en barco y no poseemos uno, desgraciadamente—. 

—Iré a una taberna que queda a las afueras del pueblo—. Dije con una sonrisa en el rostro. —Se rumorea que ahí frecuentan piratas y quiero encontrar el modo de, aunque no sea poseer un barco, formar parte de una tripulación y navegar a las órdenes de un capitán temporalmente—.

—Debes tener mucho cuidado cielo, esa gente puede ser peligrosa—. Dijo mi madre un poco nerviosa.

—Entiendo que estés preocupada, pero sabré arreglármelas—.

| La reina del mar | Piratas del Caribe |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora