❄️ Ofrenda

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Ofrenda (Cortejo)

Despertó debido al pequeño Jaemin, uno de los chicos que se dedicaban a ser sus acompañantes. El muchacho le habló suave y firmemente como cada día hacía para despertarlo. Doyoung saludó al omega rubio con una sonrisa perezosa y sentándose entre sus sábanas de hebras doradas estiró sus brazos para despabilarse.

En el lugar y al pie de su gran cama de doseles y almohadones se encontraban, fielmente, el trío dinámico como le gustaba llamarlos. Jeno y Renjun acompañaban al omega rubio en su tarea de despertar y alistar al príncipe para el día.

Y qué día que le esperaba.

Fuera de las gruesas paredes del castillo era un día frío, por no decir bastante helado. Haciendo homenaje al comienzo del invierno. El día donde el rey y la reina daban por inicio el cortejo hacia el príncipe heredero.

Un día donde, aproximadamente diez alfas que cuidadosa y minisuosamente examinados eran aceptados para intentar cortejar al joven omega. Tendrían una sola oportunidad para poder hacerle una ofrenda y era total elección del príncipe decidir su futura pareja.

Que en realidad, elección total y libre para Doyoung, no era. No si su sangre llevaba gotas reales, no si una corona se posaba sobre su cabeza. Pero el deber era primero.

Había sido educado e inculcado bajo aquella oración. Siendo recitada como un mantra cada que algo ligeramente fuera de los protocolos se le cruzaba por la mente. El deber es primero.

Por lo que les sonrió con tranquilidad a los jóvenes frente a él.

-Buenos días, Alteza ¿Está listo para comenzar? -Saludó y preguntó el joven Renjun. Doyoung le dirigió una mirada divertida.

-Buenos días, chicos. -Un bostezo fue cubierto por sus delicados dedos. -Por supuesto que lo estoy. Sean tan amables de ayudarme en el proceso.

Dicho aquello los dos jóvenes omegas y el beta le prepararon el baño así como el atuendo especialmente elegido para ese día, al menos para las primeras horas.

Se dió el tiempo de relajarse en el baño de pétalos de rosas, diciéndose que, si iba a ser obligado a aquello, lo haría a su tiempo. Después los jóvenes lo vistieron, capa tras capa de ropa así como el ajustado corset, todo en color crema con detalles dorados, Indicando a todas luces que era el Príncipe Omega. Jeno le arregló y decoró el cabello, así como le colocó un poco de maquillaje, dándole énfasis en sus ojos.

Cuando se observó a si mismo en el espejo inclinado en la pared de cuerpo completo con marco de mármol y se sintió satisfecho con su apariencia les dió una sonrisa de agradecimiento a sus chicos para que en seguida lo llevasen a la comedor real.

Como siempre, sus alimentos ya estaban previamente servidos en una de las largas caras de la mesa, como todos los días, tomaba sus alimentos solo. Se convencía diciéndose que tenía aún la compañía de sus chicos, los cuales se quedaban a un costado del salón, pulcramente formados. Así como las cocineras de turno.

Todos sabían que era cuestión de minutos para que el príncipe tomase los platos de su desayuno y con una sonrisa juguetona los llevase de regreso a la cocina, repartiendo generosamente las toneladas de comida que le eran servidas entre sus chicos y los que se encontraran en la cocina. Y así lo hizo, siempre había odiado comer solo, las únicas veces que tomaba alimentos con sus padres eran las cenas importantes con algún mandatario importante de algún otro territorio.

Por lo que comer con la servidumbre era tan normal para él como respirar. Sentado en un banco alto flanqueado por sus chicos y más y más personal en la gran mesa de la cocina. Eso sí era comer con alegría. Pensó. Saboreado y grabando aquel momento en su mente puesto que ese podría ser su último día en el palacio si es que aceptaba alguna ofrenda de algún alfa que llegara.

Omegacember. JohndoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora