❄️ Gruñido

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Gruñido (Sensorial)

El día estaba siendo una total y reverenda mierda. El bar estaba atestado hasta la coronilla de gente, una mezcla nauseabunda de aromas, alfas cachondos, omegas y betas soltando feromonas sin control, alcohol y cigarrillos empeorando el aire ya cargado. A Johnny le hubiera gustado haberse tomado el día como descanso, pero venía haciendo aquello las últimas dos semanas.

Las peores semanas que había tenido jamás en realidad.

Jaehyun incluso lo reprendió, como su amigo y socio de trabajo, y para que aquel alfa notara su deplorable estado y encima le llamara la atención por ello, era decir mucho. Jaehyun había entrado ese mañana a su departamento como si fuera su propia casa y casi forzandolo a entrar a la ducha, lo obligó a escuchar su parloteo acerca de algo como "no puedes tirarte a la depresión, amigo, en serio. Lo encontrarás de nuevo tarde o temprano, estoy seguro" y un "hoy si te necesitamos, la concurrencia está más arriba que nunca y las manos no son suficientes, no vamos a contratar a otro adolescente si puedo ponerte a trabajar a ti".

Entonces, resignado y con el corazón ausente se vió obligado a vestirse lo más decente que consiguió, alimentarse y ser arrastrado a su bar por un muy insistente Jaehyun después de una amenaza de quitarle la mitad de las ganancias que le correspondían y hasta eliminarlo de los papeles que garantizaban un contrato compartido.

Pero, Dios. Cada segundo que pasaba y la música irritante no se detenía era un martirio insoportable en su cabeza, añadiéndole a ello la migraña y dolor corporal que lo acompañaba desde hace dos semanas. Johnny era un alfa, maldita sea, él no se enfermaba, jamás en sus veintisiete años de vida se había sentido así de mal, tanto física como mentalmente. Temía empeorar con el tiempo si no lo encontraba pronto.

Su malestar comenzó el día menos esperado, cuando volvía de su breve viaje de negocios. Él y Jaehyun se dedicaban a administrar una pequeña cadena de bares muy populares por las calles de Seúl. Había sido tanto su popularidad y demanda que con el paso de los años se encontraron haciendo tratos con personas en el extranjero para inaugurar una que otra locación idéntica de sus locales, brotando como florecillas por ciudades importantes. Aquella vez había sido el turno de Johnny en asistir a cerrar el trato y apertura en la ciudad del amor.

Que mucho de París no pudo ver al andar con prisas a cada minuto de los dos días que arribó en las tierras europeas.
Jaehyun específicamente le había dicho que "no es un viaje para holgazanear, idiota", mangoneadolo para arriba y para abajo aún a través del teléfono. Afortunadamente toda la situación había salido como esperaban. Bueno, no toda.

Johnny jamás imaginó que aquel movimiento de países y jetlag le cobrarían rozar el cielo sin llegar a tocarlo. Pues el último día que permaneció fuera del país fue el más desastroso, caótico y maldito de su vida. El hotel le cobró recargos por no haber desocupado la habitación a tiempo, producto de su celular apagado y una alarma ausente, dejó olvidado su suéter favorito en el lugar, el tráfico lo absorbió y el chófer del taxi lo maldijo en lenguaje francés que él no conocía muy bien. Corrió el resto del camino al aeropuerto y una bicicleta casi lo atropella, hacía un frío de los mil demonios y casi pierde el vuelo.

Pero todo aquello le terminó importando muy poco, y ciegamente lo hubiese aceptado sin rechistar si tan solo se hubiera quedado cinco minutos más en aquel lugar. Desde entonces cada maldito segundo de su vida se reprochaba ser tan estúpidamente despistado. Haber estado tan enfrascado en su prisa por abordar y aún así ser tan sufriblemente lento para no haber notado a tiempo aquel aroma que ahora no abandonaba su olfato, lleno de relajantes notas de té de vainilla y cálido como panques de mantequilla. El claro e inconfundible aroma de su omega. Johnny a veces reía sin gracia al pensar que ni siquiera tuvo tiempo de verlo.

Omegacember. JohndoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora