Capitulo I: 24 horas

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No era divertido en lo más mínimo, aún por más veces que revisaba seguía estando el mismo maldito mensaje

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No era divertido en lo más mínimo, aún por más veces que revisaba seguía estando el mismo maldito mensaje. Era estresante que no me dejara ejecutar ninguna función, pasé casi una hora intentando hacer algo pero simplemente no podía, temí que pudieran quitarme la poca información que ahí guardaba, no se que clase de cosa haya hecho pero de que fui un completo idiota, lo fui.

Finalmente y ya fastidiado por lo que pasaba me decidí entonces a apagar el equipo, desconecté todo y me dispuse a dormir.

Creía que eso resolvería todo...




A la mañana siguiente el ruso despertó temprano para verificar qué había sucedido con aquel mensaje, al encender su equipo gruñó enojado, ahí seguía y para su mala suerte no dejaba que ejecutara otra acción. Tan enojado estaba que no le importó para nada arrojar su portátil y destruirla en el impacto, frotó sus sienes, lo que sea que le habían mandado fue tal para arruinar su equipo.

Sin embargo, no fue lo único que se dañó, al tomar su teléfono para ver la hora fue grande su sorpresa y enojo cuando en este apareció un correo con el nombre de la empresa que gestionaba la página en la que hizo su "pedido". Apretó su mandíbula, si lo desbloqueaba era lógico lo que pasaría, no quería estropear también su móvil, por lo que solo lo apago y sin más se dirigió a tomar una ducha, alistarse e irse a su trabajo.

Luego sacaría tiempo y compraría otro portátil, al fin y al cabo ahí no tenía muchas cosas importantes, más allá de su información personal lo único que tal vez si le dolería perder serían las fotos y recuerdos que ahí tenía con su ex pareja.

Al llegar al edificio se le notaba molesto, todos en el lugar de trabajo lo notaron, en especial sus amigos quienes no dudaron en acercarse para preguntar.

–¡Hey Rusia! – llamó el canadiense, el ruso al verlos solo puso una mueca y frunció el entrecejo

–Hombre ¿Qué te pasa? ¿No dormiste bien anoche? – dijo algo divertido el alemán.

–¿Todavía lo preguntan?– respondió molesto y de manera abrupta haciéndolos retroceder –Después de su bromita ¿crees que pude dormir bien?

Los tres se miraron confundidos por ese comentario, no sabían de qué hablaba, pensaron que era algún malentendido con lo que había pasado hacía unos días así que simplemente comenzaron a reir lo cual solo aumentaba el enojo del eslavo.

–Oye, ¿Creíste que hablábamos en serio sobre que consideres a un chico?— burló el alemán seguido por los otros dos.

–No me digas que realmente te pusimos en duda — reía el canadiense

–¿Activo o pasivo?— culminó con burla China, casi siempre bromeaban de esa forma para desestresarse, era algo normal entre ellos sin embargo ese día el ruso no estaba de humor.

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