Parte 2

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Con un extenso comunicado, el Mariscal López decidió que iría con el ejército paraguayo a defender a los uruguayos durante la guerra civil, ésto generó una enorme inquietud sobre el pueblo paraguayo, ya que la mayoría de los soldados eran jóvenes con ninguna experiencia en combate.

Algunos vecinos de Juan y Amada emprendieron el viaje hacia Uruguay, consternación y tristeza abundaban en la ciudad. 

Recibieron cartas de familiares contando que algunos primos y tíos también se unieron al ejército, con llanto Amada los leía, y una enorme desesperación comenzaba a apoderarse de Juan.

Era finales de octubre, apenas estaban disfrutando ser padres y de repente una guerra lejana que involucra al país, les dejaba un sabor amargo sobre el presente y por sobre todo el futuro.

Amada queda con el cuidado del bebé en su casa, su madre la ayuda con los quehaceres del hogar mientras Juan seguía en el hospital atendiendo enfermos. Los vecinos salían a trabajar con menos desdicha, todos estaban preocupados.

Noviembre comenzó con ánimos lúgubres, las noticias eran cada día peores, pronto empezaron a enlistar médicos para la guerra. Juan y Amada temían sobre ese momento.

No pasaron ni un mes desde que nació el pequeño, y los sueños de Juan de pasar el tiempo con su hijo se esfumaba cada día más por temor de emprender el viaje hacia el Uruguay.

- "Tengo miedo de que te llamen para que vayas" lloraba Amada abrazando a su esposo.

- "No creo que me llamen, alguien tiene que quedar en el hospital a atender, seguro van los que son más preparados" consolaba a su esposa para que deje de llorar.

La madre de Amada, Juana, rezaba todos los días para que Dios proteja a todo el ejército paraguayo, y sobre todo, para que Juan no sea llamado.

Pasaron los días y una noticia dejó a toda la población sucumbida en tristeza y pánico; el 12 de noviembre, el ejército paraguayo se enfrentó al ejército brasileño en Uruguay desencadenando una batalla donde sólo sería el comienzo de algo peor.

La confusión sobre qué estaba pasando se apoderó del pueblo, las noticias no eran claras, seguían llamando a los hombres por la fuerza a unirse a la guerra, a la par, los médicos entrenaban a las mujeres en enfermería, ya que empezaba a verse la escasez de hombres en los hospitales.

Juan entrenaba a Amada y sus vecinas sobre enfermería en su corto tiempo libre en su casa, poco a poco fue llevándolas en el hospital para que aprendan más rápido, el tiempo corría detrás de todos y el terror de que queden ellas solas se hacía cada día más grande.

Juan y Amada no pasaban tanto tiempo con su hijo como esperaban, él estaba empeñado en enseñar a ella sobre suturas y todo sobre cómo cerrar heridas y los distintos tipos de puntos, al ser ella muy hábil con hilos y agujas, resultaba algo más fácil avanzar en situaciones que requerían cierto grado de dificultad.

 Al llegar la noche, Juan quedaba despierto abrazando a su pequeño hijo, llorando y susurrando decía a sus oídos:

"Ojalá quede suficiente tiempo para verte crecer y enseñarte muchas cosas"

Bajó a su hijo en su cuna suavemente para no despertar a nadie, fue a recostarse y abrazó a su esposa. 

Juana agarró al bebé llorando,  Amada estaba destrozada, llamaron a Juan para ir a la guerra. Era diciembre y las fiestas se acercaban, pero las cosas empezaron a ir mal. Brasil entró en guerra con Paraguay y habían rumores de que Uruguay y Argentina también pelearían, todo se tornó en una enorme confusión. ¿Cómo podría ser que Uruguay esté en contra de Paraguay si el Mariscal fue a defenderlos? ¿Por qué Argentina declararía guerra al Paraguay? ¿Cuáles son las verdaderas intenciones del Brasil?

A Juan lo llamaron para ser médico de guerra, nunca supo noticias de sus colegas que fueron, sentía un miedo terrible en no regresar. Abrazó a su esposa y a su hijo, despidió a su suegra con lágrimas y pidió que cuide mucho de su hijo.

Casi todo el vecindario había partido hacia la estación del ferrocarril para dar el adiós. Con rosarios en mano, subieron al tren para dirigirse al próximo destino: La Guerra.

Navidad, alguien faltaba en la mesa en todo el barrio, y en el país. No tenían noticias de lo que estaba pasando, los niños no jugaban, nadie estaba alegre. En una capilla, fueron las mujeres junto con los niños y ancianos a rezar por los que fueron a la guerra. Después de todo, sólo les quedaba la fe en volverlos a ver.

Víspera de año nuevo, hacía un hermoso día, pero ya no era como antes, familias quedaron enlutadas al saber los nombres de los soldados que fueron asesinados.  Nada era como antes, el panorama se volvía cada vez más negro y ensangrentado.

Año nuevo de 1865. Todo había cambiado.

Nos volveremos a reencontrar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora