Juan contemplaba atónico el asedio a la ciudad correntina, no podía entender cómo atacaban violentamente a inocentes que no tenían la culpa sobre el conflicto, niños llorando abrazados a sus madres corrían en busca de refugio mientras que los hombres yacían muertos, la sangre cubría gran parte de las calles, los cuerpos mayormente mutilados generaban una gran molestia en Juan. Buscó un lugar apartado de tanta sangre y recostado sobre una pared, trató de digerir lo que había pasado.
"Seguro que el ejército argentino vendrá por nosotros, tengo que buscar la forma de salir de acá" pensó mientras agarraba su cabeza.
Pasaron semanas aguardando alguna respuesta del gobierno argentino hasta que, llegaron noticias sobre la inminente guerra.
El 25 de mayo desembarcaron las tropas argentinas comenzando con una batalla tan sangrienta que muchos huyeron pero igualmente fueron alcanzados y fusilados. Aún así, el ejército paraguayo logró conservar una parte de la ciudad.
Juan al darse cuenta que no habían suficientes hombres para otro combate y probablemente sería su fin, pensó diferentes planes para huír. Hasta que escuchó la conversación del comandante González.
El comandante debía ir a la ciudad de Asunción para mover estrategias junto con otros superiores, ante las bajas le resultaba difícil encontrar a alguien sin heridas que lo acompañe en el viaje, Juan decidió tomar coraje y disculpándose por entrar en la conversación, se ofreció al comandante.
-"Vos sos doctor, no podés dejar tu puesto".
-"Acá hay muchos médicos en el hospital donde están los heridos y abastecen bien, comandante, usted necesitará alguien sano que le acompañe y cuide hasta Asunción, seguro que alguien tratará de atacarlo por el camino" guardó una pausa "por favor".
Era la espera más larga de su vida para recibir una respuesta, en su mente pidió a Dios para que acepten su propuesta.
- "Prepará tus cosas, salimos de madrugada".
- "Gracias comandante".
Al salir de la morada donde se encontraba el comandante y otros superiores, derramó una lágrima, mirando al cielo agradeció a Dios y retomó a su lugar de descanso.
Era una madrugada fría al partir, pero a Juan no le importaba que tan largo y frío sería el viaje, su mente estaba con su familia.
Durante el largo viaje, no pudo evitar oír las conversaciones del comandante, las cosas no marchaban bien. En una noche, justo después de cenar, González le dijo con un tono preocupante:
- "No sé cómo vamos a poder con dos países, no tenemos tantos hombres para una doble guerra" suspiró y con rabia alzó la voz "qué carajos pensó el Mariscal, Paraguay se hundirá en sus manos". Se levantó de su silla y se dirigió a acostarse.
Juan no sabía qué decir, ni que pensar, la visión del país destruido lo dejaba aturdido. Pero de algo estaba seguro, al llegar debería de esconder a su familia para evitar volver al campo de batalla.
Finalmente desembarcaron en Asunción, el comandante se apresuró en llegar junto a los demás superiores y Juan aprovechó para escabullirse y buscar a su familia.
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Nos volveremos a reencontrar.
Short StoryPequeño relato sobre dos personas que durante sus distintas vidas, vuelven a encontrarse, sin importar los obstáculos que se presentan. Guerra, muertes, reencarnaciones y sobre todo, el hilo invisible que los une.