Alegres los tórtolos, pisadas firmes, testigo del amor, el hombre del balcón. El humo ingrávido, dulce y gentil, muere deseoso del porvenir.
Abrazados caminan, atados de corazón, hombres y mujeres satisfechos con su amor. Ramos y besos, brigadas de amabilidad, respeto incesante ante el vicio de amar.
Cuando las lámparas se apagan, y con ello la luna, el hombre del balcón baja a caminar por la calle de la soledad y amargura.