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No debería estar despierto, ciertamente

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No debería estar despierto, ciertamente. Ni siquiera debería estar escribiendo, pero el impulso fue mucho más grande que la razón y si uno acalla a las musas estas se ofenden y enfadan con uno por un indeterminado tiempo que nos llena de desprecio e incertidumbre, así que no pueden culpar a Nanon por estar ahí frente a su computadora a las dos de la mañana tecleando como si la vida le fuese en ello.

Ni siquiera sabe cómo o de dónde exactamente llegó la inspiración, solamente sabe que necesita narrar lo que por tantos días, le parecía imposible de plasmar dignamente. Sus dedos se deslizan con magistral velocidad, sus pupilas brillan iluminadas por la luz de la pantalla en una habitación totalmente en penumbras, su mente formula ideas y frases que se sienten tan reales, tan suyas y quizás si sepa de donde vienen, pero no tiene espacio para pensar en ello demasiado.

"Una coleta desordenada sujeta de un montón de pasadores. Flequillo negro, tan largo que le cubre los ojos y se sopla, dos, tres veces, mientras las flores de aquella maceta colgando de la ventana posan ante sus ojos en delicados coquetos de belleza rojiza"

Nanon bosteza en su silla, dejando ir un poco el peso de su cuerpo hacia atrás en el respaldo mientras mueve de un lado a otro su cuello. El cursor sigue tintineando en la pantalla, frente a la última palabra escrita mientras su creador pasa velozmente la mirada, balbuceando en voz baja lo que lee, tratando de corregirlo. Una insistente vibración resuena sobre la superficie de madera del escritorio y la pantalla se enciende, mostrando el nombre de contacto en ella, de la llamada entrante.

Toma el teléfono entre sus largos dedos y sin pensar demasiado en la hora que es, atiende la llamada después de presionar el botón verde.

—¿Pasa algo? Es muy tarde

—Nop. — cantarín, el muchacho responde del otro lado, mientras de fondo se escucha música en inglés. —Lamento haberte despertado

—No estaba dormido. — mirando al techo y con un peso menos encima después de escuchar a Chimon bien del otro lado, Nanon estira las piernas bajo el escritorio. —¿Cómo estás? Ha pasado un tiempo, creí que me olvidarías

— Una semana, no seas dramático. De hecho, estoy de maravilla y te tengo una invitación VIP.

A media sonrisa, el castaño alza las cejas y se endereza en su asiento. —Te escucho

—Si todavía quieres verme pintar, ven a mi piso, ya mismo.

Inevitablemente, Nanon se suelta a reír. —¿Pero tu estás loco? Chimon son las dos y media de la mañana.

—¿Y?

A Nanon le bastan solamente tres segundos para mirar la pantalla, parpadear y ponerse de pie en busca de sus botas y un abrigo, totalmente dispuesto a salir de la pensión en plena madrugada.

— Envía la dirección, voy en camino.



— Envía la dirección, voy en camino

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Pinceladas Sabor Chocolate | NaMon Adaptación ☀️🌻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora