08. El Club De Los Desdichados

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- Mira ahí

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- Mira ahí.

Nanon alza la vista de la hoja a medio secar entre sus dedos, mirando hacia Chimon quien mantiene sus ojos brillantes fijos en una escena no a muchos metros delante.

- ¿Uh?

- Ahí. - insiste, señalando con la cabeza.

El más alto sigue la mirada ajena, encontrando no muy lejos, una pareja de ancianos que tomados de las manos alimentan a las palomas con migas de pan.

- Vamos, te reto a hacerles una historia. - una sonrisilla en sus labios, sus ojos brillantes de melancolía.

Nanon parpadea un par de veces antes de entender que su peculiar compañía va en serio con eso de la historia y sonríe, bajando un poquito la cabeza. Sus codos sobre sus rodillas y las manos flojas al frente, su mirada hacia arriba observando la escena.

- Se conocieron en un tren.

- ¿Que tienes tú con los trenes?

Riendo en voz baja, Nanon asiente y se declara culpable alzando las manos, después de haberle dejado leer el prólogo del que fuera su primer borrador a Chimon, definitivamente se había condenado solo.

- Bien, en un tren no. - voltea la hoja entre sus dedos, mirando al suelo cubierto de pasto seco. - Él era mesero...

Chimon se sienta con las talones juntos, sobre la banca del parque, volcando toda su atención al escritor.

- Y ella corista de una cantante de bar. - continúa, las escenas desarrollándose como un rollo de película antigua. - Él la veía cantar todas las noches, desde detrás de la barra. Era tan hermosa, con su vestido de lentejuelas rojas y su cabello castaño, suelto y rizado por las puntas... Él, bueno... - titubea, aclara la garganta y se sacude los hombros. - La primera vez que le habló, fue detrás del escenario, le invitó una copa que sacó sin permiso de la barra y se sentaron en el escenario a oscuras, a beber un Martini a sorbitos y contarse la tarde, como si se conocieran de años por noches de miradas furtivas...

Chimon sonríe, le toma las manos con delicadeza y Nanon pega un respingo, mirando con los ojos bien abiertos al pequeño pintor bajo su nariz.

- ¿Cómo lo haces? - pregunta, bajito y en complicidad mientras acaricia sus nudillos.

- ¿El qué?

- Crear. - se endereza, lo mira de frente. - Siempre me ha fascinado la forma en la que los escritores hacen eso, uno jamás va a conocer a los personajes, nunca sabremos cuanto mide La Maga de Horario, o cuantos lunares tiene la Beatriz de Dante, si Julieta arrugaba la nariz cuando se molestaba con Romeo. - enumera al aire, con los dedos de la mano izquierda señalados por el índice derecho. - Y sin embargo, los vemos. Los vemos cuando parpadean, cuando besan, cuando lloran porque ustedes lo hacen posible, porque lloramos sus lágrimas...- Chimon suspira, sus manos juntas dentro de sus muslos. - ¿Cómo haces eso? - susurra, cabizbajo. -¿Cómo te metes en el corazón de un lector para dejarle tan dentro a alguien que no existe?

Pinceladas Sabor Chocolate | NaMon Adaptación ☀️🌻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora