nota: título desde la canción teen idle de marina & the diamonds. esto es sólo el prólogo, los capítulos serán más largos. tener en cuenta: yuuri es un narrador poco confiable.
Yuuri se limpió la boca con su manga repetidamente. Se sentía asqueroso. Sus ojos color café chocolate inspeccionaron el baño compartido del onsen hasta que se detuvieron en la puerta. La había cerrado, pero no le había puesto seguro.
—Que idiota que soy. —Murmuró.
Sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, que no debería hacerlo. Pero no estaba tan mal si lo hacía de vez en cuando. Sólo cuando comía de más, lo que, al menos esa tarde, había hecho.
No tenía un problema, ¿cierto? No era algo constante.
Si tuviese un problema, Viktor lo sabría. También su mamá, ¿cierto? Después de todo, Viktor era su entrenador, e incluso antes de eso, el ruso podía leerlo como un libro abierto. Si algo estuviese mal con él, su entrenador lo sabría. En el pasado ya había sido así.
Tiró la cadena del baño y se levantó, mareado. Su cerebro iba a 100 km/h, imágenes de todos los posibles escenarios corriendo por su mente. Viktor dejándolo (no había sucedido aún). Viktor llamándolo cerdito (había dejado de hacerlo cuando volvió al patinaje competitivo). Yuri Plisetsky gritándole idiota, cerdo, mirándole con recelo (no lo había hecho desde el Grand Prix de Barcelona).
—Esta es la última vez que hago esto. —Suspiró.
Se mintió a si mismo, nuevamente. Se había dicho lo mismo hace dos días, así como hace una semana y la semana anterior a esa. Había perdido la cuenta, pero estaba casi seguro de que había vuelto a su viejo hábito hace casi dos meses.
—¿Yuuri? ¿Dónde estás, solnyshko?
Viktor. Dios.
Se incorporó y se miró en el espejo, sus manos tratando de arreglar su cabello, sin éxito. Yuuri abrió la llave del lavamanos, tratando de no temblar mientras lavaba sus manos y cara.
—¿Estás bien, malysh? —la voz de Viktor sonaba preocupada, y lo odiaba—. Puedo llamar a Yurio y cancelar nuestra cena, no se enfadará...
—Estoy bien, Vitya. —Yuuri sonrió, esperando que el alfa no notara ni su falsa sonrisa ni su aroma—. Sólo... avísale que llegaremos un poco tarde. Tomaré una ducha rápida.
Le dirigió otra sonrisa a Viktor y soltó algunas feromonas para calmarle, tratando de que así su preocupación desapareciera.
—¿Estás seguro? —preguntó Viktor.
Yuuri asintió.
—Bien. Iré a cambiarme, te espero en la sala.
Viktor trató de besarle, y Yuuri movió su cabeza rápidamente hacia abajo. Los labios del alfa chocaron con su frente y el beso terminó siendo allí. Viktor se veía sorprendido, y si notó algo raro, no lo dijo. Abrazó a su prometido y se fue cuando Yuuri lo soltó, dejando al omega solo con sus pensamientos.
Yuuri sintió como sus ojos estaban llenos de lágrimas sin derramar, y nuevamente secó su cara con su manga. No merecía llorar. Y por sobretodo, no iba a arruinar la noche con su alfa y su cachorro no oficial sólo por que era un omega estúpido, ansioso e inseguro sin un ápice de autocontrol.
Se miró por última vez al espejo e hizo una mueca.
—Ya no voy a verme así —declaró con asco—. Viktor no podrá avergonzarse de mi nunca más.
No era como si el cinco veces medallista de oro estuviese avergonzado de él. O al menos, nunca lo había dicho en voz alta, pero aún así, había leído algunos artículos en revistas de la prensa rosa. Y ahí estaba: incluso los beta poco exitosos que escribían esos artículos pensaban que no era lo suficientemente bueno para Viktor Nikiforov.
Dejó el baño, no sin antes mojarse un poco el cabello y atar una toalla a su cintura, para que luciera como que realmente había tomado una ducha y no sólo había llorado frente al espejo.
Yuuri le sonrió a Viktor al llegar a la sala, ya cambiado. Lo que no sabe, no le hará daño, pensó.
—¿Nos vamos? —preguntó Yuuri. Trató de lucir desinteresado, sin éxito. Viktor se levantó de un salto y tomó su mano, besando el anillo de oro que llevaban a juego de su mano derecha.
—Detrás de ti, solnyshko. —Un ápice de culpa presionó el corazón de Yuuri. Trató de ignorarlo, devolviéndole otra sonrisa, no tan encantadora como la de Viktor.
Pero él nunca sería ni un cuarto de lo encantador que su Vitya era.
Aún se preguntaba por qué, entre tantos alfas, betas y omegas que hubiesen matado por ser el compañero de Viktor, él era el que no sólo Viktor— sino que el universo había elegido. Eran una pareja destinada.
Pero, ¿por qué, si eran una pareja destinada, Yuuri no le contaría a Viktor acerca de sus demonios?
Siempre había soñado con eso. Yuuko y Nishigori, sus amigos de la infancia, eran una. Se había obsesionado con eso no bien se presentó como omega. Las parejas destinadas eran raras, muy pocas realmente se conocían, ya que podían ser de cualquier parte del mundo, sin embargo, aquí estaba, con su alfa destinado.
—¿... solnyshko? Ya llegamos. —Viktor se bajó del taxi y abrió la puerta de Yuuri, extendiendo su mano para ayudarle a bajar. Otra punzada de culpa se hizo presente en el corazón del omega.
—Lo lamento, Aijō. No... no me di cuenta. —Besó la mejilla de Viktor, tratando de compensar su falta de atención, aún cuando sabía que un beso en la mejilla no lo haría.
No merecía a Vitya, y lo sabía. Y peor aún, le dolía saberlo.
Pero Katsuki Yuuri es egoísta, e incluso cuando sabía que no merecía a uno de los hombres más guapos del mundo, quería Viktor Nikiforov para él.
Aún cuando su ansiedad hablaba y decía que Vitya lo iba a dejar si se enteraba de su ansiedad y sus hábitos alimenticios.
Entonces, era mejor si lo mantenía en privado.
¿No lo era?
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compramos las estrellas [porque pertenecemos al cielo]
Fanfictionadvertencia ⚠️ trastorno de ansiedad y trastornos alimenticios. aún cuando yuuri sabía que viktor no lo sanaría, siempre había sido egoísta. y el quería a viktor nikiforov para él. todos tienen secretos, ¿no?