Malena Grayson

Prólogo

Sus ojos azules, ese azul eléctrico que hace unos días por fin habían tenido ese brillo que tanto quería, se iban apagando cada segundo que pasaba. 

Trataba de gritar y moverme pero era inútil, la banda que estaba amarrada a mi boca y mis manos atadas me lo impedían. Mi pulso se aceleraba cada vez más, casi ya no la podía ver por las lágrimas que nublaban mi vista. Me faltaba la respiración entre cada sollozo que daba, mi uñas se clavaban en las palmas de mi mano por impotencia. Sentía como el corazón se me quebraba y reventaba en mil pedazos. Ver a la persona que amas ser destruida de esa manera, sin decir o hacer algo, solo mirar. 

Cerré mis ojos y giré mi cabeza negándome a seguir presenciando esa tortura, pero una mano me tomó del mentón y apretó su agarre obligándome a ver. 

—Abre los ojos.—gritó aquel ser despreciable.—¡ABRE LOS OJOS MALDITA SEA!

Los abrí y cuando lo hice mis ojos se encontraron con los de ella. 

Ya no tenían vida, esa chispa que había aparecido ya no estaba y eso causo que me sintiera más culpable, porque tal vez si yo no hubiera entrado en su vida, nada de esto hubiera pasado.  

Malena seguía observándome, por sus mejillas descendían lágrimas, pero no pronunciaba dolor alguno. Pocos cabellos negros cruzaban por su bello rostro.

Si pudiera coger un arma y dispararme en este momento, créanme que lo haría. 

Pero sentí que habían acabado conmigo cuando ella me dio una sonrisa de boca cerrada. 

Traté de levantarme e ir hacía ella, pero en cuanto lo intente caí al piso por el dolor que se hizo presente en mi estómago. Ni siquiera podía abrazarme para tratar de calmar el dolor que sentía, pero el dolor físico no se comparaba con el dolor emocional, porque ese no dolía, mataba. 

Me quedé acostado en el piso sollozando, solo quería que esto terminará de una vez. 

Pero todo se detuvo cuando escuche su voz. 

—Mátame,—dijo sin despegar sus ojos de los míos.—Mátame de la manera más dulce y dolorosa que existe Axe.

Negué con mi cabeza. No quería que lo dijera, porque sentía que se estaba despidiendo de mí. 

—Amándome.—finalizo.