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Tintineo.

Frío, blanco, ruido. Bullicio.

El paisaje se cubría de la sábana invernal mientras que el vapor de su boca reseca se escapa y fusiona con el aire. Su cristal acercaba los detalles que sus pupilas eran incapaces de acariciar siquiera y sin necesidad de un flash se adherían a la memoria de su pequeño chip. Miraba con emoción sin importarle que las mejillas dolieran apenas se estiraban sus músculos.

-¡Naruro! ¡Ven acá, te vas a atrasar! ¡Y ese no es lugar para los turistas!

-¡Voy!

A toda carrera suelta su cámara que cae dando un tirón a su cuello, quedando colgada gracias a la cintilla de luminoso negro. Se echa la mochila al hombro y cuando pasa junto a los guardias de seguridad camina fingiendo inocencia mientras aprieta disimuladamente su cuchillo dentro del bolsillo atado a su pierna. Baja obviando los pocos escalones en esa pendiente hacia la plazuela, esquivando con facilidad deportiva a los transeúntes y chocando con alevosía contra los cuerpos de sus amigos.

-¡Eh, zorra, ponte en paz! -ese era Kiba, uno de los compañeros más arguenderos. Sin un dejo de culpa por interrumpir al profesor, lo jalonea de la bufanda intentando vengarse ahorcándolo levemente.

-¡Perrucho, no ladres, nadie te entiende! -le empuja del rostro y sonríe antes de enderezar la espalda y mirar con miedo cuando Sakura, su mejor amiga, lo centra y recata.

-Ponte en paz, Naruto, queremos alcanzar todos los lugares turísticos.

-Yo quiero ir al bosque, dattebayo. -dice bajando la voz y siguiendo a la masita de estudiantes que toman fotografías de la villa de Hakuba. Naruto no puede evitar mostrarse un tanto aburrido a pesar de su valor histórico y su belleza descomunal. Él va hacia ese lugar con una misión, tiene algo que hacer, una tarea encomendada por su "nada loco" abuelo que pronto lo ascenderá a cazador si logra llevarle el tesoro.

-Presta atención. -le jala la oreja y lo toma de la mano para que no se vuelva a perder. Siente, sin embargo algo extraño en el tirón y mirándolo con sospecha, le alza la manga para notar que lleva atada a su antebrazo algunas varillas de alambre para escalar. -¡No vas a cometer ninguna tontería! -le regaña entre dientes. -Tu madre me solicitó que te cuidara. Y eso haré.

-Bah, yo soy un hombre, yo te cuido a ti. -le presume recargando su cabeza sobre sus manos en la nuca. Sonríe orgulloso antes de sentir el pisotón y levantar su rodilla. -¡Sakura!

-A ver, esa parejita de allá, se me separa.

-¡Profesor! ¡Naruto intenta escaparse del grupo! -Sakura traiciona y lo ve con más placer cuando él infla sus mejillas y acata la orden que le da el maestro solo con sus manos, acercándose un poco más para estar bien vigilado.

-Por eso no te quiere como novia, tonta.

-¡Ni yo lo quiero como novio, idiota!

Escucha Naruto y niega con sufrida paciencia, ¿cuándo entenderán que puede haber amistad sin más? Pero qué pesados. Asiente orgullo de su madurez mental y cruzando los brazos, cede ante las exigencias del ambiente. Después de todo, la isla es nueva para él y las casitas, solitarias y restauradas una y otra y otra vez por el pasar de los años, siguen manteniendo un aspecto mágico y melancólico que no desea perderse.

-Ésta área era parte de la antigua provincia de Shinano y parte del territorio controlado por el dominio Matsumoto bajo el shogunato Tokugawa del período Edo. -explica con tonito ensayado el guía de turistas. Los mira y tras notar que hay sólo silencio y apatía, continúa tomando más aire para exclamar. -Hakuba fue una vez parte de la ruta llamada ruta de la sal utilizada para llevar sal y otros productos marinos desde la costa de Itoigawa en la provincia de Echigo. Sin embargo, gran parte del área todavía era bosque virgen hasta bien entrado el período Meiji, y un censo en 1881 contó con solo 31 hogares. -Sus manos forman un triángulo mientras sonríe con amabilidad incómoda y los estudiantes, vacíos de comentarios como siempre, solo se miran entre ellos y siguen tomándose selfies.

Yuki Onna - Reto terroríficoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora