III

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Por mucho que busca mantener la calma, no puede concentrarse en algo más que en ese celular, ya le ha quitado tres veces la pila y lo ha reiniciado. La pantalla parpadea como si tuviera un fallo de sistema y no puede acceder a ninguna llamada, sigue con ese error de señal. Suspira agotado y se hace bolita en su propio espacio, mirando hacia la ventana. El cielo está tan diamantado en estrellas y el silencio es acompañado por el ruido de una brisa que aulla bonita.

"Sasuke"

Repite en su cabeza el nombre del muchacho extraño. ¿Estará bien? No parece asustarse por las cosas del bosque.

Y Yuki Onna, el demonio devora hombres. Se toma unos minutos para pensar en ella, en su soledad y en el tremendo odio que ha de cargar desde años enteros. Siglos en soledad, vengándose de los hombres que no dejan de violentarla. A decir verdad, debería ser un buen castigo, si no fuera por su sentido de justicia en el que todos deben de ganar para que esté bien.

Su abuelo le comentó que era una criatura femenina bellísima, tanto así que los instintos carnales masculinos se activaban con rapidez, intentando no solo cortejarla sino inclusive violarla por lo fuerte del impulso. Eso último le generaba cierta desconfianza al chico, jamás se ha sentido descontrolado, jamás ha tenido que obligar a nadie a nada... ¿cómo será perder el autocontrol? ¿realmente se puede?

Konohamaru ronca con una facilidad para relajarse que logra despertarle la envidia y levantándose un poquito con ayuda de sus antebrazos, mira al niño que abre la boca para inhalar más fuerte. Siempre quiso un hermanito, qué lástima que esté a kilómetros de distancia. Además, las adopciones son un problema difícil que no quiere ni meterse a investigar.

Estira sus piernas saliendo debajo de las sábanas y se levanta sin hacer ruido, vistiéndose. Si no puede dormir, al menos puede atacar al demonio. Ya no hay margen de error y se puede ver en su frialdad en el rostro. Sus ojos, tiernos y vivos, se llenan de energía eléctrica transformando el cielo en océano. Su boca curvada por la amabilidad y la inocencia se reprime en la prudencia y el entrenamiento y las cejas enmarcan una mirada sigilosa.

Sale sin alertar a los dueños de la casa, sin alertar a nadie en la aldea y baja con precisión la pendiente de nieve. Es una noche en calma, fría, apacible. No hay vientos ni tormentas pero el frío le provoca sacar ese vaporcillo blancuzco que se aparece por los rayos de su linterna.

Apunta hacia los animales, molestándoles un poco en su cacería nocturna. Su chamarra con imitación de pelaje de lobo (quiere pensar), le es suficientemente confortable para enfrentarse a la tundra. Su nariz sufre la resequedad pero sube la bufanda hasta cubrir mas abajito de los ojos.

Solo está con sus pensamientos, estancando varillas en el suelo cada cierto tiempo y atando de ellas una soga, para no perderse. Irá más allá, irá por caminos que no ha seguido. Sabe que no está bien provocar demonios pero no conoce otro método, así que saca sus pergaminos y los lanza contra los árboles y suelo esperando alguna reacción, como si eso fuera un incentivo o una agresión para Yuki Onna.

-¡Ah! -grita y baja la bufanda. -¡Aparecete! ¡Te estoy buscando! ¡Tú y yo! ¡Cara a cara! -Brincotea torpemente fingiendo boxear y luego de un giro, pierde el equilibrio al ver la cara del muchacho lindo muy cerca de él. -Madre santa... -susurra recomponiéndose. -¡¿Qué cojones haces aquí?!

-Misma pregunta. -no parece afectarle estar colgado de una rama con sus piernas quedando boca abajo y dejando que su cabello caiga a merced de la gravedad. No dura mucho, para fortuna de Naruto, pues con la fuerza de un gimnasta, usa sus manos para cambiar de posición y cae sobre la nieve sin hacer ruidillo alguno. -¿No es muy noche? Ya sé, ni siquiera la aldea encontraste ahora. A que sí. Eres muy torpe. -le insulta con cierta diversión y apenas puede verlo gracias a la linterna que ha caído, dejando la visión escasa.

Yuki Onna - Reto terroríficoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora