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Alma Fox

Las cosas estaban calmadas desde el acuerdo que hicimos con la familia Stein y los Black hace dos semanas.

Me había hecho más cercana a Kaia, aunque tenía que tener cuidado de no ser vista por otro noveno que no sea de mí manada.

Ahora me encontraba dando una vuelta por el bosque en busca de alguna presa animal—ya que Damián decía que esperara hasta la casería para ir tras algún miserable humano—empecé a escuchar sollozos y la voz de alguien susurrando.

Mí curioso me gano y camine de forma sigilosa hasta el origen de los ruidos.
Allí en el suelo hecho una pequeña bolita, mientras se lamentaba por algo se encontraba el pelinegro, Frey.

Eché un leve vistazo a su alrededor hasta dar con el cuerpo inerte de una chica a su lado, ahí me di cuenta de las manchas de sangre en sus manos.

—¿Frey?. —pregunte en un tono bajo para no sobresaltar al chico más de lo que ya estaba.

El guió su vista hacia mí sin decir nada, solo viéndome fijamente, sus ojos azules grisecos chocaron contra el negro de los míos, los de el rojos y cristalizados.

Empecé a acercarme de forma lenta, sin perderme ningún movimiento suyo.
Tenía experiencia en estas cosas cuando Archie perdía el control y tenía que calmarlo de alguna manera.

—No te acerques soy un monstruo. —logré escuchar cuando estuve cerca de él.

—No, no lo eres. —dije negando ligeramente con la cabeza.

—Lo soy, he perdido el control y la he matado. —contestó con asco de sí mismo.

—A veces está bien perder el control, siempre y cuando lo vuelvas a recuperar, tendrás recaídas pero lo importante es volver a empezar. —me arrodille frente a él para verlo mejor.

El no dijo nada y simplemente se tiró a mis brazos aferrándose a mí cuerpo como si no hubiera mañana, sus brazos alrededor de mí cintura y su cara en mí pecho, yo solo me limité a acariciar su espalda y decirle que iba a estar bien.

—¿Quieres ver algo genial?. —pregunte cuando logró calmarse.

—¿Qué es?. —preguntó con la voz ahogada por mí ropa.

—No lo sabrás si no lo ves. —respondí con suspenso.

Él sacó su cara de mí pecho y me miró analizandome, yo me separé de él y me levanté del suelo, limpie mis rodillas y extendí mi mano hacia el azabache que con duda tomó mí mano.

Ambos empezamos a caminar por el bosque en silencio aunque con nuestras manos entrelazadas, luego de unos minutos llegamos hasta un acantilado que daba una hermosa vista de gran parte del bosque.

—Bienvenido a mí lugar seguro, Frey Stein. —dije con una sonrisa viendo el lugar.

—Es un lindo lugar. —dijo mí acompañante.

—Eso que no has visto lo mejor. —comente tirando de su mano empezando a caminar de nuevo.

Hace años había traído a Archie luego de uno de sus ataques y descubrimos juntos un pequeño lago a unos metros, el lugar de noche era hermoso con la luz de la luna y luciérnagas volando sobre el lugar, el agua transparente te daba la sensación de tranquilidad al nadar.

—Esto es... simplemente wow. —dijo recorriendo el lugar con los ojos.

—Tienes que verlo de noche. —comente separando nuestras manos.

El me miró al instante por la acción, yo por mí parte me quite la chaqueta y remera tirándolas al suelo para quedarme en brasier, baje el cierre de mí falta y termine de quitarla junto a las botas.

—¿Qué haces?. —preguntó atónito viéndome.

—Yendo a nadar. —conteste alejándome de él para tirarme al lago.

—Te vas a resfriar. —dijo ni apenas salí a la superficie.

—La verdad me vale, sería una excusa para faltar al colegio. —me encogí de hombros sin darle demasiada importancia. —No seas aburrido, ven.

Seguí hablando mientras tenía los ojos cerrados y frotaba con tranquilidad sobre el agua, abrí un ojo viendo cómo se quitaba los pantalones quedando en boxer para luego tirarse rápido.

Al salir a la superficie nado hacia mí, yo me puse firme poniendo mis pies sobre el suelo, el agua no era tan profunda pero yo tampoco tan alta, así que me llegaba por los hombros, mientras que a él por el pecho dejando ver sus pectorales.

—¿Cómo encontraste este lugar y el acantilado?. —preguntó cuando estuvo lo suficientemente cerca.

—El acantilado una tarde cuando peleé con Damián y quería estar sola, empecé a caminar por el bosque hasta encontrarlo. —dije viendo hacia arriba para verlo a los ojos.

—¿Y este lugar?. —susurro mientras se acercaba más a mí, sentía su respiración sobre mis labios.

No lograba hacer que las palabras salgan de mí boca, tenerlo cerca hacía que pierda el control de mis palabras y cuerpo, me acerque un poco más a él rozando nuestros labios, tentandolo a querer más, entreabrió los labios mientras cerraba los ojos.

Lo hice otra vez pero esta vez él me agarró de la cintura acercándome más si eso era posible, enrolle mis piernas alrededor de su cintura para tener más cercanía.

—Besame. —logre formular al fin.

Se alejó un poco para verme y luego atacar mis labios como si no hubiera mañana, un beso hambriento y lujurioso, sus manos en mí cintura dieron un apretón haciéndome jadear, él aprovechó para meter su lengua en mí boca iniciando una guerra por el control del beso, mis manos en su nuca no se quedaban quietas yendo hacia su pelo mojado.

Al separarnos por la falta de aire juntamos nuestras frentes sin abrir los ojos, nuestras respiraciones eran agitadas.

—Alma... —susurró mí nombre por lo bajo.

—Frey... —dije de igual manera.

Abrí los ojos encontrándome con los suyos, un brillo estaba implantados en ellos, era algo raro, nunca antes alguien me había visto así como el me miraba ahora.

—Tenemos que salir o nos enfermaremos. —dijo separando su cara de la mía.

—Si, este... tienes razón. —dije intentando bajarme de él.

Cosa que no logré porque me agarró más fuerte y empezó a caminar hacia la orilla, al llegar me bajo y busco nuestras ropas.

El sol ya empezaba a bajar dando por comienzo a la noche, entonces recordé dónde lo había traído y me empecé a vestir de manera rápida.

—Vístete rápido. —le ordené, él me miró raro pero acató mí orden. — mierda, ¿Que hice?.

Me lamente, hoy es viernes y eso significa que manadas de novenos estarían en el bosque haciendo fogatas para pasar el rato.

—Alma, ¿Qué sucede?. —preguntó el azabache poniéndose su chaqueta.

—¿Tienes el arma con la que mataste a la chica?. —pregunte de forma desesperada.

— Si, ¿Qué pasa?. —pregunto un poco más desesperado.

—Tienes que estar preparado, cuando escuches algo en el bosque no le des atención, solo camina a mí lado, si ves algo acercarse aprietas mí mano y lo más importante no me sueltes. —dije antes de empezar a correr con él a mí lado.

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