Todo por ti,
todo por ella,
¿qué me quedó a mí?
Si por treinta monedas me vendiste.
Exiliaste mis plegarias porque él,
en tu nombre,
reclamó mi piel,
me entregaste a su manto,
a esas manos
y lo tomaste como hazaña.
Me serviste en su mesa como el plato principal
de un menú atestado de perfidia y vileza.
Permitiste que enterrara en mis carnes sus deseos,
que mi cuello aceptara los reclamos de esa lengua
áspera y cortada por tanta ceniza.
Busqué tu voluntad en un tacto no deseado,
y la gracia de tu palabra
no se halló en ninguna de sus caricias.
Si levanté los brazos ante lo adverso,
fue para que me llevaras lejos,
si alcé la mirada en medio de la vesania,
fue para que la fijaras a mi imploro,
pero al bajarla
solo presencié una pureza a punto de perderse.
Cediste a su sed
y dejaste que la saciara a su antojo,
a su descaro y anhelo.
Me hicieron hablarte,
cantarte,
alabarte,
me obligaron a escucharte,
cuando tú solo cesaste mi gritar,
¿y así quisiste presentarte a mi vida?
Con tus lujos,
tus riquezas,
tu grandeza.
Querías explicarme sobre el dolor y la carencia.
¿Qué iba a ofrecerte yo a cambio si él me dejó en la nada?
Si me quedaban solo los trozos de un corazón desamparado,
embarrado con las manchas de esos dedos.
Todo era por ti,
para ti,
para ella,
¿dónde quedé yo?
Si retrataste la identidad de mi niñez en sus huellas.
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Últimos Sorbos || DISPONIBLE EN FÍSICO
Poetry"Suelo encontrar armonía únicamente en los caminos que me guían al dolor". *** En Últimos Sorbos, Dalia Kaeri retrata a la niña que, debido a las desavenencias, la incomprensión y la soledad, pasó a convertirse en la mujer que es hoy en día. Versos...