Xingqiu se aclaró la garganta y enderezó su postura. Si ella no lo conociera tan bien, podría decir que él estaba ligeramente nervioso.
—El arrebol se había ido —recitó el muchacho con los ojos cerrados y una mano en el pecho. Su voz, en un tono apacible y distinguido, dibujaba el paisaje que sus palabras describían. Solo una vez finalizado su verso, abrió los ojos y fijó su mirada en la joven risueña que tenía enfrente.
—Y la noche ya ha caído —respondió Hu Tao. Sus delicados brazos se cruzaban encima de su pecho, en una postura desafiante y descuidada. Una sonrisa soberbia centelleaba en sus labios.
—Al cielo un deseo yo pido —Retomó él con un ademán de la mano, mientras daba un paso al frente. Hu Tao lo observó desde encima del barandal, sin retroceder ni hacer movimiento alguno. Solo el viento salado mecía sus largas coletas color café.
Y solo hubo silencio. Era lo usual, ella habituaba acrecentar la tensión justo antes de salirse con la suya.
—Que si has de tirarte un pedo, ¡espero haber huido! —Remató la joven, al tiempo que se llevaba las manos a la barriga y se curvaba sobre sí misma de la risa.
Xingqiu puso los ojos en blanco, hastiado, sin un atisbo de gracia en su rostro.
«¿Es que ella no puede tomarse nada en serio?» se preguntó. Para él, las letras no debían profanarse con tales blasfemias. La literatura era un ejercicio sagrado, sublime, cuyo valor inconmensurable no tenía por qué conocer las bajezas mundanas de gente sin escrúpulos.
En efecto, Hu Tao podía tener un talento innato para la poesía; pero ese mismo don que le sobraba en ingenio, le faltaba cuestión de seriedad.
—¿Sabes qué? Me largo, suficiente por hoy —Concluyó el joven.
De esa manera, tomó su libro del banco y bajó a la calle, sin voltearse a ver. Habían pasado toda la tarde frente a la funeraria, divagando y hablando, pero ya estaba cansado.
Ante su actitud, Hu Tao palideció —pero él no lo notó. Jamás lo hacía—. La muchacha apretó los dientes y se forzó a esbozar su mejor sonrisa. De un salto, bajó de la baranda donde estaba parada y lo siguió.
Las calles estaban en completo silencio, de no ser por la noche que quebraba la calma con sus sonidos característicos. A esas horas, cuando la luna llena se ubicaba por encima de sus cabezas, el murmullo de las olas que rompían contra los muelles y los susurros ininteligibles de los avellanos sacudidos por el viento eran lo único que podía oírse.
—Xingqiu —Lo llamó Hu Tao una vez que pudo alcanzarlo. El muchacho caminaba rápido—, vamos, era una broma. No te enfades.
—Ya es tarde. Tengo que volver a casa —respondió el chico sin ánimos.
Hu Tao se adelantó unos cuantos pasos y se giró, para avanzar de espaldas frente al camino, mientras se dedicaba a mirarlo con las manos detrás de la cabeza.
—Eres muy aburrido cuando quieres, eh.
—Y tú eres muy graciosa, ¿no? —Se frenó Xingqiu, con el más claro enfado encarnado en el rostro.
Sabía que no era buena idea haber programado esa sesión sin Chongyun como árbitro, pero ella había insistido y —aunque no lo admitiría jamás— él no tenía fuerzas para negarse a esa mirada escarlata. Sin embargo, no negaba su arrepentimiento.
—En efecto, mi estimado. Tú eres un amargado —Se pavoneó la 77a Directora de la Funeraria El Camino.
Ella se llevó las manos a la cadera y esperó una respuesta. Estaban en medio de la calle, a una cuadra del Restaurante Wanmin. El olor del picante podía sentirse incluso a esa distancia. Xingqiu no podía evitar pensar que daría lo que fuera porque Xiangling los interrumpiera en ese momento... pero no fue así.
—Detesto que no te tomes esto en serio —confesó el miembro más joven del clan Guhua, cabizbajo—. Ni siquiera entiendo para qué me has llamado si lo único que haces es tomarme el pelo.
Hu Tao se tragó el nudo que se había formado en su garganta, con el mejor de los disimulos que le fue posible ejercer en ese instante. Algo se rompió en ella, debía confesar. ¿Era así cómo él la veía?, ¿como una molestia incapaz de poder valorar de verdad lo que hacía? ¿Acaso él no lo entendía...? ¿Él pensaba igual que los demás?
Ninguno agregó nada durante un tiempo y, por un segundo, él creyó ver un brillo taciturno en los ojos de la muchacha. No obstante, en un sutil movimiento de cabeza, la joven desvió la mirada con altanería.
—Solo hagámoslo una vez más. Una sola vez y prometo dejarte en paz.
Xingqiu no supo a ciencia cierta por qué cedió a su pedido, si estaba tan irritado... pero lo hizo y, solo para buscar redimirla, retomó el poema con el que habían empezado.
—El arrebol se había ido.
—Y la noche ya ha caído —Canturreó la niña mientras le daba la espalda, con las manos cruzadas hacia atrás.
—Al cielo un deseo yo pido —exclamó él. Estaba a la expectativa de algún final irreverente, era lo que esperaba... pero cuando ella se volvió y lo miró con esa sonrisa tan triste, él se quedó sin habla.
—Que si has de amarme, mi anhelo se da por cumplido.
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Dedicado a @Cecybug ¡Feliz cumpleaños, amiga! Me tuve que leer toda la historia de Hu Tao y sus diálogos para capturar su personalidad... pero siento que ha quedado extraño. Tampoco he leído muchos fanfics sobre ellos dos como pareja para saber si alguien más ha escrito algo parecido. Lo siento u.u
Espero te haya gustado y que pases un hermoso día :3
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Días en Teyvat | One-shots de Genshin Impact
FanfictionColección de relatos autoconclusivos sobre Genshin Impact. La mayoría de los escritos son para conmemorar los cumpleaños de los personajes y otros eventos especiales.