CAPÍTULO ÚNICO.

3K 444 337
                                    

El sirviente y perro de Izana.

Todos los presentes en aquella "cena" veían a Kakucho únicamente como el perro fiel de Izana, cómo el hombre más leal al tipo de pelo y blanco y ojos violetas. No estaban del todo equivocados, pero Kakucho era eso y más.

Luego de ganar una pelea entre pandillas, los miembros más leales a Izana se encontraban celebrando. Nada más que unas latas de cerveza, unas botellas de tequila y un par de pizzas. Tan solo querían pasar el rato y aliviar el estrés que habían tenido aquella tarde.

Kakucho no podía dejar de ver a Izana; sus ojos conectaban cada cierto tiempo, sus pies se chocaban bajo la mesa y habían rosado sus dedos más de una vez cuando tomaban algún trozo de pizza. La tensión estaba flotando.
No podía evitar sentir su corazón golpear fuerte contra su pecho cada vez que Izana le devolvía las sonrisas, cada vez que parecía ignorar al resto solo para prestarle atención, ¿un sirviente merecía esas consideraciones?
Se estaba volviendo loco, Izana lo volvía loco. La forma en que aquel cabello blanco bailaba con el viento; el como su rostro moreno apenas y era salpicado por un tierno rubor rosa y como esos ojitos violeta parecían tener un brillo especial esa noche. Izana lucía feliz, y eso llenaba de regozico el corazón de Kakucho.

—Uhm, deberíamos poner música. Quiero bailar.

La voz de Ran se hizo escuchar entre el choque de latas y ruidos de satisfacción cada que alguien tomaba un fondo. Kakucho lo observó con una ceja alzada: le hizo una seña dando a entender que hiciera lo que le viniera en gana. Ran fue donde la bocina que nadie había estado usando y puso su celular, a nadie le importo que lo primero que se escucho fue una canción de Doja cat, simplemente lo dejaron pasar y siguieron con sus pláticas.
Recibió una patada sutil por debajo de la mesa: Izana. Elevo la mirada solo para encontrarse con una sonrisa inocente del chico, este ni siquiera lo veía, parecía fingir interés en la plática de Rindou y Shion. Era adorable.

—Son unos aburridos de mierda. Muto, vamos a bailar.

Rindou se puso de pie, dejando a Shion con la palabra en la boca. Todos estaban un poco pasados de copas, el sol se había ocultado hace un rato y la pizza había desaparecido igual que las chaquetas de la mayoría de miembros.
El par de chicos se pusieron a bailar con torpeza, chocando sus cuerpos al ritmo de "Boss Bitch" cuando las cosas subieron de tono la mayoría de los presentes desviaron la vista.

—Que asco.

Ran se puso de pie, fue donde estaban bailando aquel par y se puso enmedio, interesante.
No fue mucho después que, con cervezas en mano, el resto del grupo se puso a bailar. O casi todos.

—¿Quieres bailar, Kaku?

La aterciopelada y ronca voz de Izana se hizo escuchar entre el alboroto, su corazón nuevamente se aceleró. Tenía miedo de que sus latidos pudiesen ser escuchados por el chico que lo veía con una sonrisa soñadora. Izana se veía tan vulnerable en ese momento que, no pudo evitar inclinarse sobre la mesa y alejar un mechon de aquel bonito rostro.
Peinó el cabello blanco hacia atrás y observó con detenimiento la linda cara de su rey. Era precioso.
Cuando hizo el ademán de quitar su mano fue detenido por una de las pequeñas manos de Izana.

—Espera, solo un poco más.

Tuvo la osadía de acariciar con sus nudillos la piel de sus pómulos, luego, con nervios, puso la palma sobre toda su mejilla, sintiendo la calidez a pesar del frío que comenzaba a inundar el lugar. Izana cerró los ojos.
Momentos así eran comunes, momentos donde Izana lo veía con ilusión y luego cerraba los ojos, como si le dijera "Si estas aquí, puedo bajar la guardia. Cuidame, por favor" y eso era justo lo que hacía: cuidarlo, protegerlo. Puede que sólo fueran alucinaciones e ideas que su cabeza le jugaba, pero cuando la intimidad entre ellos era de esa forma, se sentía querido, se sentía amado y merecedor.

BAJO LA MESA [Kakuiza] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora