—Gael tu padre nos ha invitado a cenar.
La llamada había sacado de su estado de ensoñación a Gael que pronto sonrió al ver el nombre de su pareja en la pantalla de su teléfono.
—Hola guapo, sí, ya me dijo mi papá, me llamó hace un momento y creo saber que quiere.
Cristóbal detectó un poco de duda en esas palabras.
—Lo vas a hacer bien, Gael, Cristóbal se recargó en el respaldo de su sillón y subió las piernas al escritorio, —Eduardo jamás soltaría la dirección a un imbécil, ni siquiera porque este sea su hijo.
Gael rió por lo bajo, pues sabía que Cristóbal usaba un doble sentido juguetón.
—Bueno resulta que mi padre pudo prever que el vicepresidente es un abuelito sabio el cual me ayudará en caso de presentarse alguna situación para la que no tengo experiencia.
Una carcajada salió del pecho de Cristóbal.
—He oído que al dichoso vicepresidente le gusta tirarse niños.
Mientras observaba un retrato en su escritorio de Gael acariciando una tortuga, Cristóbal sonreía de oreja a oreja.
Amaba ver esa imagen de Gael feliz como un niño viendo de cerca algo fascinante, con la luz del atardecer que acariciaba esa blanca piel, tornándola brillante y delicada.
Los reflejos naranjas y dorados se reflejaban seductores en los cabellos del joven. Mientras sus diminutos shorts y su pegada camiseta torneaban su esbelta y grácil figura.
—Te amo, ven pronto a casa.
La voz imperante de Cristóbal sacó un suspiro a Gael.
—Te amo y eso quisiera, pero debo dejar unas gráficas en edición, así que creo te veré en un rato por la oficina. Gael juguetonamente añadió —Y quizás podríamos tener un poco de acción en tu oficina.
Aquella propuesta hizo que la erección de Cristóbal gritara ¡firmeees, ya!
—Bueno, debo admitir que el maestro quiere castigar a cierto niño arrogante.
Gael se estremecido ante esa aseveración. —Mmmm, amo tus castigos.
Una hora después Gael pasaba por la oficina de un ocupado Cristóbal.
—Hey guapo, que concentrado estás.
Cristo levantó la mirada y mostró la más encantadora sonrisa a su novio.
—Hola precioso, alejando un poco su silla palmeo sus piernas con sus manos indicando que Gael se siente en su regazo.
Dando saltitos de emoción el joven hombre corrió hasta su pareja para posicionarse en ese lugar y besarlo apasionadamente.
— ¿Cómo estás de tiempo?...
Gael besaba el cuello y recorría la mandíbula rasposa de Cristóbal, haciendo que este se excite.
—Mmmm, tengo tiempo para un muy buen polvo, anda, Cristóbal palmeo el trasero de Gael, —pon seguro a la puerta y desvístete.
Gael sin chistar corrió a hacer lo que le ordenaron, mientras Cristóbal sacaba lubricante y condones.
—Hoy quería que me la metas sin condón y me marques— un pequeño mohín hizo que la cara de Gael pareciera la de un niño.
—Compórtate, un azote cayó recio sobre el turgente y pequeño trasero, haciendo que Gael gima, — en la oficina no me gusta joder sin condón, odio verte incómodo.
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Perverso
Historia CortaPrimer libro BDSM. Cuando el curioso Gael acepta mudarse a la ciudad en donde vive su padre creyó que era un lugar sin sorpresas, todo su concepto cambia cuando asiste a un club privado, nunca se imaginó que se puede ser tan retorcido y perverso, ll...