Capitulo 2

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Al despertar el desayuno ya se encontraba recién hecho en la barra de la cocina. Mi mejor amiga se había encargado de preparar mi comida preferida.

Pude notar el esmero que Sam hacia para mantenerme feliz, era tan obvia. Decidió que sería bueno comenzar con salir y darnos un masaje de relajación, lo cuál me ayudó mucho, tenía tanto estrés acumulado debido a L-corp además de lo sucedido ayer. Ya que nos encontrábamos en el centro decidimos pasar a un museo de arte que de "casualidad" se encontraba cerca y con exposiciones muy de mi gusto. Continuamos nuestro mañana de amigas en una degustación de vinos, sinceramente me encontraba muy sorprendida en como Sam había logrado hacer un itinerario con reservaciones de un día para otro.

-supongo que debería dejar que me rompan el corazón más seguido -puse mi copa sobre la mesa rústica de madera

-supongo que eres un poco tonta -hice una cara de dolida y toque mi pecho

-cómo hiciste todo esto de un día para otro?

Un amable hombre paso a servirnos un poco del siguiente y último vino de la degustación.

-una buena Sam nunca revela sus secretos

Al salir decidimos pasar por un pequeño aperitivo. Un brunch.

Aparté lugar a un lado de la ventana. La calle se encontraba semi vacía, las pocas personas que había caminaban con mucha tranquilidad y relajación.
Eran apenas la una de la tarde.

Había logrado tantas cosas a una no muy larga edad, había que admitir. La mayoría de mis metas las había cumplido con mucho éxito, pero a pesar de eso sentía que algo faltaba, me sentía incompleta. No sabía que era. Tenía el amor incondicional de Sam y Rubí, tenía la empresa que siempre había deseado manejar, tenia la capital más grande de lo que esperaba, y tenía mucha salud, pero aún así faltaba una pieza en mi ser.

A lo lejos divise una cabellera corta de pelo rojo muy familiar. Al instante reconocí de quién era.

Con mucha prisa me levanté de la mesa dejando todas mis cosas ahí y salí tras ese cabello pelirrojo, para mí suerte no caminaba tan rápido.

-Alex -dije a sus espaldas

Ella al instante se detuvo y casi dudosa se volteó. Era claro que no se veía muy contenta de verme pero tampoco se veía enojada

-Lena -sentí aterrizar su puño en mi ojo, por inercia me toqué la cara- dios, Lena!

Por alguna extraña razón después de darme un puñetazo me abrazó. Ella también era mi amiga, o al menos lo había sido. Admitía que esperaba más el puñetazo que el abrazo.

-veo que no has cambiado

Alex se despegó de mi y me miró de arriba a abajo.

-lo mismo digo

-Lena, estás bien? -Sam se acercó y me tomó del rostro verificando me el área del golpe

-si, no fue nada

Mi amiga despegó su mirada enojada y volteó hacia Alex, por un instante su mirada se apaciguó e incluso se iluminó pero no duró mucho ya que volvió a fruncir su rostro.

-podrías explicarme por qué le diste un puñetazo en el ojo?

La tomé del hombro.

-Sam, ella es Alex, Alex Danvers

En cuanto escuchó el apellido supo quién era.

-tú eres? -la pelirroja la examinó y luego me miró con una ceja alzada

-Samantha Arias -dijo mi amiga

-un gusto. Será mejor que me vaya

-puedo hablar contigo? A solas? -miré a Alex suplicante, ella dudo unos segundo pero luego asintió

Sam se despidió de una forma extraña de Alex y luego volvió a la cafetería.

-que pasa?

-Kara... -soltó un suspiro

-sabia que la mencionarias

-ayer fui a la casa de su madre y ella. Tu madre me corrió y me pidió que no me le acercara

-sabes que te aprecio mucho, pero también sabes que no puedo exponer a mi hermana a más daños psicológicos -me dio una mirada triste

-por favor, Alex. Solo déjame hacerle saber que volví, solo eso

Alex soltó un largo suspiro y se quedó en silencio. Pasaron un millón de cosas por mi cabeza de ella diciendo que no en tan solo unos segundo. Su mirada penetrante se posó en mis ojos, hasta cierto punto me hizo sentir intimidada pero no sé lo dejé ver, después asintió y en un papel escribió una dirección.

-dentro de hora y media vez ahí, la encontrarás fácil

-gracias -le sonreí y abracé

-pero recuerda que si le haces algo te buscaré y te golpearé el otro ojo

Yo reí aunque sabía que eso era muy cierto.

Me hubiera encantado tener una hermana que se preocupara por mi y me protegiera, pero me tocó Lex, no me quejo pero no me hubiera venido mal un Lex con A al inicio.

-estas segura que es aquí? -tanto ella como yo recorrimos el lugar con la mirada

-si, está es la dirección que Alex me dió

Sam se estacionó en un lugar cerca de la entrada. No estaba tan segura de que fuera aquí pero prefería confiar en la pelirroja. En cuanto abrimos las puertas una ráfaga de aire caliente nos golpeó, National City tenía temperaturas temperaturas algo elevadas en estas fechas pero este lugar estaba ardiendo en fuego, juraría que estábamos en alguna otra ciudad.

-quizás te mando al infierno de una forma muy creativa y literal

-muy graciosa, Sam, muy graciosa

El lugar era un deportivo, parecía ser un poco viejo aunque se conservaba en buen estado aún. Había varias tiendas que vendían cosas deportivas y bloqueadores, y algunas otras que se encargaban de la comida y bebidas. Para nuestra mala suerte el recibidor no contaba con aire acondicionado por lo que tuvimos que sentarnos frente a un ventilador que giraba.

-son dos veinte, no debe de tardar en llegar -le dije a Sam consolandola por el calor

-ire por agua o moriré de desidratación

Observé como Sam se fue a la tienda más lejana y con lo que parecía ser aire acondicionado. Que astuta y cobarde eres Samantha Arias.

Miré mi reloj ansiosa. Habían pasado cinco minutos y mi amiga no parecía volver, y ni cierta chica aparecerse. Me levanté y me dirijí a una tienda de zapatos y accesorios deportivos. La mayoría del calzado era para infantes, acaso aquí solo entraban niños?

-el costo de esa gorra es de trescientos cincuenta pesos -dijó a mi lado una empleada joven de la tienda

Noté que me había quedado pensando frente a una gorra color negro.

-aquí dice que el precio es de doscientos cincuenta -hacía mucho que nadie me intentaba estafar

-no de esa gorra

No me sentía con ganas de discutir el precio de una estúpida gorra que ni siquiera quería o necesitaba.

-bien, me la llevo

La mujer sonrió complacida y me dirigió al mostrador.

-por cien pesos más se puede llevar esta gorra para niños -me mostró otra gorra exactamente igual pero más pequeña

Como antes dije, no quería discutir así que solo le asentí y saqué cien pesos más.

Una voz sonó atrás de mi.

-disculpe me podría mostrar un medio número más grande?

-Kara?

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