amnesia [banginho]

Capítulo 1

Bang Christopher soltó un quejido cuando la alarma de su teléfono resonó por toda la habitación por segunda vez. Realmente quería quedarse a dormir un poco más, pero era un adulto responsable de veinticinco años que debía cumplir con todas sus obligaciones, o al menos eso de repetía constantemente.

Se enderezó y revolvió sus alborotados cabellos negros. Soltó un largo bostezo y se estiró hacia su mesita de luz para apagar la alarma que aún seguía sonando, cuando tomó su teléfono se dio cuenta que tenía un mensaje de su padre, diciéndole que, como siempre, aún estaba en pie la opción hacerse cargo de la empresa familiar junto a su hermano Felix si así ambos los querían. Christopher soltó un suspiro cansado, y respondió de manera negativa como lo hacía desde hace más de siete años ya, específicamente desde que decidió seguir la carrera de derecho y no la de administración de empresas como querían los señores Bang. Felix lo siguió unos pocos meses después, pues a él tampoco le llenaba el alma de emoción seguir con el negocio familiar, lo que realmente quería el menor, era convertirse en un gran teniente.

"No, papá, muchas gracias y que tengas un buen día."

Era agotador responder lo mismo una y otra vez, pero su padre parecía no entender que él ya había tomado una decisión y no iba a echarse para atrás. Lo suyo no era sentarse en un escritorio, sacar cuentas, organizar, y todas esas cosas que conllevan administrar una empresa. Su verdadera pasión estaba en defender a aquellas personas que lo necesitaban, ser la voz de los que no podían gritar, su verdadera pasión estaba en refutar y pedir argumentos, en ayudar, exigir que se cumpla la justicia. Y por supuesto, que se llenaba de dicha cuando alguien que se lo merecía, se pudría en la cárcel luego de haber hecho tanto daño.

Al recordar que tenía un juicio para ese día, Christopher se levantó de la cama con muchas más ganas de empezar la mañana, abrió la ventana de su habitación para que el viento entrara, y se dio cuenta de que el sol había salido y el color del cielo estaba de un celeste precioso, así que ese tenía toda la pinta de ser un buen día.

Tomó rápidamente una ducha, mientras escuchaba música desde su teléfono, minutos después salió del cuarto del baño vestido con una camisa blanca y unos pantalones de vestir negros, su uniforme habitual. Hacía muchísimo calor, así que decidió llevar el saco en la mano, luego le pediría ayuda a algún compañero con la corbata, pues hasta ahora no podía encargarse él solo.

Llegó rápidamente a la cocina para preparase el desayuno, pero grande fue su sorpresa al ver su nevera vacía y caer en la cuenta que había olvidado hacer las compras de la semana. Soltó un suspiro cansado porque no era la primera vez que le pasaba, y para su mala suerte, ese día tenía una reunión con dos mujeres muy importantes y luego un juicio, así que tendría que volver a posponer las compras. Decidió anotarlo en los recordatorios del teléfono de todos modos, con un poco de suerte terminaría antes de lo pensado y podía pasarse por la tienda de supervivencia y hacer las compras correspondientes antes de volver a casa. Cuando terminó, buscó rápidamente su portafolio y guardó todo lo que necesitaba, su portátil, el cargador de su teléfono, su billetera, entre otras cosas además de los documentos previamente alistados. Por último, tomó las llaves de su auto y salió rápidamente de la residencia.

La familia Bang era dueña de una empresa de exportación bastante famosa en Australia, por lo que tenían mucho dinero del cual sentirse orgullosos. Hacía casi un año atrás, los padres de Christopher le habían regalado un auto muy lujoso al pelinegro, al principio este no quiso aceptarlo, pues sabía que había un trasfondo en aquel detalle, pero lamentablemente necesitaba movilizarse a su centro de trabajo, a la casa de algún cliente, al juzgado y otros lugares si es que se presentaba alguna emergencia, por eso no le quedó de otra que aceptar aquel regalo que sus padres le habían dado.