Era un nuevo día y nuestro omega se encontraba en su salón de clases sentado en su pupitre qué se encontraba en la esquina de la ventana en primera fila.
- Bueno clase eso es todo por hoy - dijo el profesor con una sonrisa dando por terminada su clase.
El pelinegro cerró su libro y libreta para luego meterla en su mochila, una vez guardado aquello se puso la mochila en su hombro y salió caminando lentamente con la cabeza gacha.
- Son delincuentes... - escuchó el susurro de una joven.
- Tokyo manji... - escuchó otro cuchicheo.
- Sí, sí...- y otro más, hubo muchos más pero los ignoró cuando vio a su cuñada golpear a un rubio.
- Hina - dijo en un jadeo al ver la cara de enfado qué ponía el más alta.
Apretó sus puños iba a ir pero vio cómo la novia de su hermano le agarraba la mano y se lo iba a llevar, su respiración se cortó al ver cómo "el poste" mote que le acababa de poner por su gran altura le agarraba la mano.
Caminó rápidamente hacía ellos, no tenía idea de qué haría pero lo que sí tenía claro era qué no dejaría que golpearan a la omega o a su hermano. Pero el más pequeño de los hermano actuó antes al ver cómo agarraba a su omega.
Puso la mano en su hombro parando toda acción del más alto, este le miró interrogativo.
- Dejala ir...- susurró.
-¿Qué dices? ¡No te escucho! - dijo el rubio de trenza cerca del rostro del contrario.
-¡¡Dije que la dejaras ir carajo!! ¡¡Idiota!! - bramó con enfado, no iba a permitir que le pusieran una mano encima.
- Bastardo...¡¿A quién crees qué le estás hablando?! - le preguntó con una voz terrorífica haciendo qué al más pequeño le recorriera un sudor frío por su espalda pero no sé iba a dejar intimidar.
-¡No la voy a dejar ir por segundo vez! - dijo apretando sus dientes y con su ceño fruncido, estaba decidido.
-¿Ha? ¿Segunda vez? - preguntó desconcertado.
- Ahh y yo que pensé que podrías ser mí amigo - dijo de manera melosa pero rápidamente cambió su tono a uno terrorífico - ¿Cómo quieres morir?- le preguntó haciendo qué el otro tuviera miedo - estás haciendo una cara como si no te fueras a parar por tu cuenta otra vez - río una vez qué terminó de decir aquello.
Takemichi tragó grueso - solo prométeme algo - le dijo decidido.
- ¿Hm? - hizo Mikey un sonido desconcertado por lo que le iba a pedir.
- ¡Prometeme que tú no pondrás una mano en Hina! - dijo, tenía miedo pero no iba a dejar qué le hicieran daño a su Hina. La anteriormente mencionada se sonrojó por lo valiente y varonil que se veía su alfa.
- ¿Ah? ¡No le daré ni una mierda a ella! - dijo a la misma vez que levantaba su puño para darle un golpe a Takemichi.
-¡Ugh! - apretó su cara esperando el golpe.
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