- Un...¿¡Prostíbulo!? - grité asustado - ¡Yo me vuelvo a mí parque! - me doy media vuelta y voy a comenzar a andar pero no puedo porque el alfa me había agarrado el gorro de la sudadera.
- ¡Espera! No es lo qué piensas... aquí vivo...- dijo con algo de dificultad.
- ¿Aquí vives?- lo miré sobre mi hombro viendo qué asintió.
- Mi padre es el dueño - explicó brevemente.
- Oh...entonces está bien - él al escuchar mis palabras me soltó así yo pudiendo darme la vuelta y entrar al prostíbulo.
- ¡Viejo ya llegué!- le gritó a un hombre que estaba detrás del mostrador. Este sólo asintió y siguió leyendo - vamos - me agarró de la mano y me llevo hacía unas escaleras y luego de subirlas por un pasillo hasta un cuarto; abrió la puerta y entramos.
Miré la habitación, está tenía lo justo y necesario, una cama, un escritorio, un armario, unas pesas y una repisa.
- Etto...no...no nos habemos presentado...- quito mi vista de la repisa y la poso en él que estaba sentado en la cama.
- Cierto - asintió - soy Draken - dijo con simpleza pero con una bonita sonrisa.
- Yo me llamo Masaru - le sonrío también.
- Pues Masaru...- me miró de arriba a abajo haciendo qué me ponga nervioso - si quieres ducharte te puedo dejar ropa para dormir.
- Gracias - le digo muy agradecido.
Este se levantó y rebuscó en su armario, sacó unas prendas y me las tendió.
- Sígueme - después de decir eso me agarró la mano de manera delicada. Su mano cubría toda la mía, era gigante y muy cálida.
Andamos por un largo pasillo hasta parar delante de una puerta.
- ¿Te puedes quedar? Soy...malo para orientarme...- susurro con vergüenza ya qué solía perderme con bastante facilidad.
- Está bien - puedo ver cómo se sentó al lado de la puerta.
Le dije un "Gracias" y entro al baño, pungo la ropa que me había prestado encima del lavabo, me despojo de mí ropa haciéndola una bola, me meto a la ducha encendiendo el agua poniéndola más bien caliente, me enjabono rápidamente y aclaró, lego me salgo y seco para por último ponerme la ropa qué me a dado, la camiseta me llegaba por medio de los muslos y el pantalón gracias a qué tenía un cordón me lo puedo amarrar si no se caería.
Salí del baño encontrando al rubio en la misma posición que cuando entré.
- Ya estoy - exclamo para llamar su atención.
- Bien - se levanta - pues vamos qué ya es tarde - me agarra la mano y caminamos hasta su habitación.
Una vez allí de nuevo me entra la duda de, ¿donde dormiré? Solo hay una cama.
- Um...¿Draken-kun? - lo llamé con duda.
- Dime Masaru - dijo de manera amable.
- ¿Don...donde dormiré?
- En la cama - dijo como si fuera lo más obvio.
- ¿Y tú?- volví a preguntar y esta vez algo temeroso porque se enfadara.
- En la cama también, cabemos los dos eres pequeño - dijo con una ceja elevada.
- Oh...bien...pues voy a dormir...- señalé la cama.
- Sí, vamos a dormir - empatiza en la palabra vamos.
Asiento y camino hasta la cama para meterme bajo las sábanas mirando hacía la pared, por su parte él apaga la luz y noto cómo se mete también en la cama pero al poco siento sus brazos rodear mí cintura y su cara hundida en mí nuca.
- ¿Draken-kun? - lo llamé.
- Ssshhh, duerme qué es tarde - susurró haciendo que me recorriera una corriente eléctrica por todo mí cuerpo.
Cierro los ojos e intento dormir, está noche será larga, muy larga.
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Lunes, me había quedado todo el fin de semana en casa del rubio, era un gran chico, con un extraña costumbre de olfatearme cada vez que la oportunidad de ponía delante, pero no me molestaba.
- Gracias Draken-kun por prestarme los pantalones - le dije con una dulce sonrisa.
- No es para tanto...- se tapó el rostro con su mano intentando tapar su sonrojo pero las orejas lo delataban.
Sonreí de lado divertido, no podía creer qué unos de los alfas más temidos en verdad era un dulce terrón de azúcar.
- Espera - me dijo para luego abrir una verja y andar hasta la puerta de la casa para llamar.
- ¡Yo, Kencchin! - exclamó un rubio medio dormido refregandose su ojo derecho de manera adorable.
- ¡Mikey aún sigues así! - gritó enfadado, metió a empujones al rubio y luego de diez minutos salieron, él con cara de enfado y el rubio llamado Mikey comiéndose unos dorayakis feliz.
- ¿Quien eres? - preguntó después de tragarse lo que tenía en la boca.
- Yo soy Masaru...- dije con un poco de miedo, su aura y feromónas eran fuertes aunque el olor me gustaba, olía a tierra mojada.
- Hmm...-se acercó como si él fuera un animal salvaje y yo la pobre presa qué será cazada - ¡Kencchin quiero mochi de naranja! - soltó luego de olfatearme.
"¿Que tienen estos alfas con olerme?" Pensé, y es qué mí olor tampoco era tan atrayente.
- Ya Mikey, deja a Masaru - dijo algo celoso por la cercanía del rubio.
- ¡Declaro qué Masacchi va a ser el omega de la Touman! - exclamó entusiasmado pasando su brazo por mis hombros pegándome a él.
- Está bien - dijo el rubio alto rendido, y es que con Mikey no se podía debatir nada, cuando decidía algo así se hacía.
- Y por cierto Masacchi...¿Por qué llevas así los pantalones?- señaló los pantalones los cuales me quedaban anchos y estaban arremangados para dejarlos a mí talla.
- Es una larga historia...- sonreí levemente.
- Está bien, tenemos tiempo hasta llegar a tú instituto - y así fue cómo le conté levemente qué me había peleado con mí hermano y qué me quedé con Draken-kun.