Baji

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Podrán ser las 5 de la tarde y el sol estará escondiéndose para dar paso a la inmensa luna que trae consigo un cielo oscuro y estrellado. El intervalo de estos dos es el atardecer, hermoso y significativo para muchos

En la residencia Sano el atardecer se podía ver claramente, algo hermoso si me lo preguntas. Sin embargo, de qué sirve eso si con el solo ver al cielo aquel chico de estatura pequeña y cabello rubio reprimía todos sus sentimientos para no romperse a llorar ante el recuerdo de su querido.

Aquella inmensa casa estaba sola, más sola de lo normal. Con pesar el chico pasa por los pasillos arrastrando sus pies para dirigirse a su habitación. Él recuerda como hace 2 años aquella casa estaba llena de alegría, él como su hermano mayor solía jugar con él, cumplir sus caprichos o simplemente estar ambos en el taller del mayor mientras este moneaba su motocicleta de mil maneras. Como su hermana pequeña experimentaba en la cocina haciendo postres para toda su familia. Y su abuelo feliz a pesar de las travesuras que ambos menores puedan hacer a escondidas de los mayores.

Sus ganas de llorar se incrementan y se le sale un sollozo pequeño, pero audible.

Mientras está a apunto de llegar pero ve desinteresado una ventana que da con el patio trasero lleno de césped y algunas plantas algo marchitas. El recuerdo de él y su querido lo ataca. Recuerda cómo jugaban ambos ahí, como el rubio le plantó un pequeño beso en las mejillas al otro, como sabían acostarse ahí hasta altas horas y luego ambos cansados y felices iban a dormir, abrazados por su puesto.

Piensa que es el mejor lugar para abrir la carta que yace en sus manos. No tiene ni idea de que puede estar adentro pero el solo hecho de que su querido le haya dejado algo es mucho para él.

Cabizbajo se dirige hacia allí, y se sienta en el frío césped. Pronto anochecerá, debió haber traído algo con que cubrirse ya que al momento nadie puede hacerlo.

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Días antes.

No sabe cómo sentirse, no ha pasado un día desde que se reencontró con Manjiro, desde que lo beso y quizás toqueteo un poco. Era un adolescente hormonal y el rubio el amor de su vida, era obvio que algo paso.

Deja salir una risa con el recuerdo, y piensa en todas las anteriores veces en las que por culpa del pequeño él ha sonreído.

Desde pequeño lo cautivo de muchas formas, su cara era de rasgos finos. Su pelo rubio, suave y claro. Su estatura pequeña hasta el momento, y otra razón por la cual considerarlo tierno, aunque el otro se enoje. Y su fuerza física, pero también su vulnerabilidad emocional.

Siente que lo ha hecho daño. No supera aún el incidente con Shinichiro. El sabe que el chico de pelo negro corto era muy importante en la vida de Manjiro y se lamenta día a día sobre eso.

Falta poco para la pelea de Toman contra Valhalla, no sabe qué puede pasar. Espera que nada malo. No sabe cómo reaccionar si alguno de sus amigos queda herido de gravedad, ya se preocupo demasiado con lo ocurrido con Draken. Quiere no preocuparse por Mikey, sabe que es fuerte, pero aun así algo en su interior lo molesta.

El no tiene miedo a morir claro está. Si es por sus amigos o por su amado el haría lo que sea.

Sabe que es absurdo escribir una carta, pero aun así no pierde nada intentándolo. No sabe a quien dedicársela. Hasta que dirige la mirada a una foto en su pared. Una en la que abrazaba emocionado y con mucho cariño a su amado.

Lo que me dejaste, y lo que el viento se llevó.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora