𝐇𝐀𝐌𝐋𝐄𝐓

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09 𝐝𝐞 𝐀𝐠𝐨𝐬𝐭𝐨 𝐝𝐞 1986


𝐋𝐢𝐥𝐢𝐭𝐡 𝐇𝐚𝐦𝐥𝐞𝐭

           Me levanté completamente despeinada, con saliva seca cerca de mis labios, un aliento tan terrible que te daría pesadillas.

           Un baño de agua caliente me puso de un humor increíble aquella mañana. Mi piel desnuda dejaba colar aquel olor embriagante del jabón flor que adornaba mi ducha.

            Mis planes siempre han sido sencillos. Ir a la oficina, analizar los resultados obtenidos de la empresa de desechos tóxicos el mes anterior, los ingresos que se necesitan para el equilibrio concreto para el próximo mes.

            La empresa de mi padre siempre ha sido importante para mí. Mi hermano Jeffrey jamás quiso involucrarse en el negocio familiar. Aquello ocasionó rencor de mi padre hacía él. Mientras que yo me he entregado fervientemente al negocio, mi padre no me cree con suficiente madera para tomar la presidencia general.

            Las discusiones no se han hecho esperar. Yo soy demasiado explosiva y cuando algo no me parece, no dudo en causar una discusión hasta tratar de tener la razón. Lo cuál no logro en todos los casos y me hace explotar aún más.

            La gente me teme por la ira que suelo expulsar constantemente.

            No los juzgo, hasta yo me daría miedo. Aunque claro, soy demasiado sociópata que eso me vale toneladas de mierda.

           Decidí vestirme con mi característico atuendo de negocios, mis tacones negros, me maquille con mi clásico rubor rojo, enchine mis pestañas y alise mi cabello. Claro, sin dejar de lado mi labial rojo pasión.

           Hoy sería un día importante para la empresa de mi padre. Hoy sabríamos quién sería el futuro presidente de la compañía. Si yo no soy la nueva presidenta, estoy segura de ocasionar la guerra de troya.

            Al bajar noté a mi padre leer el periódico de hoy. Lo más típico en él en horario matutino. Decidí sentarme, las cocineras se pusieron a mi merced y yo me dispuse a comer algo de papas fritas con queso amarillo. Mi papá no miraba con gracia mi desayuno.

            ──Es demasiado temprano para comer algo así. Come algo más sano── Mi papá no despegó la mirada del periódico

           ──Tengo 21, puedo comer y hacer lo que quiera con mi salud── Dije comiendo con delicia las papas que preparó Judy, mi chef personal.

            ──Apúrate, tenemos que llegar a las 10 a esa junta── Mi padre me miró a los ojos, yo estaba algo nerviosa── Sabes lo importante que es esta reunión

           ──Lo entiendo perfectamente, señor── Dije intentando hacer el saludo militar

            ──Me sorprende que te interese tanto la empresa. Creí que serías como las hijas de mis socios, unas niñas que solo piensan en chicos y compras

            ──Es el estereotipo más estúpido en el que me has querido clasificar── Bufé molesta── Yo amo este negocio, es un patrimonio que tú forjaste con tu esfuerzo y dedicación, y lógicamente a mí me agradaría seguir con esta importante empresa. Todos los chicos y compras que he podido tener, los he alejado por invertir años de mi vida para dedicarme en cuerpo y alma a la empresa

               Un silencio se formó en la mesa, terminé mi almuerzo. Decidí retocar mi labial.

             ──Creo que es hora. No querrás hacer esperar a tus socios── Dije levantándome de la mesa algo frustrada

𝐇𝐀𝐌𝐋𝐄𝐓»»𝖲𝖨𝖫𝖵𝖤𝖱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora