2000
Colegio Salesiano Concepción, año 2000. La especialidad técnica de Mecánica Automotriz a la cual pertenezco es y la cual en un principio nunca quise pertenecer, al interior del colegio, vista como la de menor calidad y en la cual los alumnos son los más flojos de peor rendimiento. En una de las tantas charlas de taller, nuestro profesor jefe y de especialidad nos hace ver lo importante de nuestra especialidad, que dado los avances tecnológicos abarca aspectos técnicos de las otras especialidades del colegio (Electrónica y Electricidad) por lo que debemos ampliar nuestra mentalidad e ir más allá, explorar nuevas posibilidades y estar siempre en conocimiento de todo, saber es tener poder. Una luz se empieza a encender en mi interior.
Durante las vacaciones de invierno me uno a la campaña del Hogar de Cristo "Mediaguas en el 2000, Un Techo Para Chile". Junto con otros alumnos del colegio y alumnos de otros establecimientos somos enviados a construir mediaguas a campamentos sociales. Vemos la verdadera necesidad en primera persona. Algo no está bien, hay que cambiar el mundo desde adentro, con acciones profundas y educación, la educación y la acción social deben ir de la mano, mi mente y mi corazón sufren un remezón.
Ese mismo año la pastoral se me presenta de una forma más activa, explorando mis capacidades de participar con la comunidad y de expresarme ante grupos sociales. Se empiezan a abrir nuevas expectativas y caminos, uno de estos caminos me llama a barajar la posibilidad de la vida sacerdotal Salesiana, difícil decisión viniendo de una familia paterna extremadamente evangélica.
2001
Ya egresado, pero aun en la formación técnica (Práctica Profesional) continúo participando de la vida pastoral del colegio, esta vez de forma más activa siendo responsable de un grupo de jóvenes en su preparación sacramental. Aparecen las habilidades de manejar grupos y la vocación de formar a otros a través del cariño y la enseñanza. Mi vocación hacia un camino sacerdotal parece ir tomando fuerzas, uno de los sacerdotes del colegio me invita a pensar la posibilidad de "unirme a sus filas", el estilo de vida Salesiano es algo que ya vivía en mí desde mi entrada como alumno años atrás, vivir en alegría para ser santos era algo que me agradaba y llenaba el espiritu, por lo que esta invitación no me dejó indiferente, le sonreí y le dije que lo pensaría, de momento sólo sería el "complice civil" de mis amigos que eran acólitos.
2002
Un Giro Inesperado
Fue en un compartir con los catequistas de la pastoral Salesiana cuando hablando de los misterios de la vida y los fenómenos paranormales, Jorge habló de un libro que trataba del fenómeno ovni, pero no solo hablaba de platos voladores ni marcianitos verdes con antenas que venían a raptar gente, vacas o hacer figuras en los campos de trigo, hablaba de Jesús y su posible vinculación con fuerzas extraterrestres, Caballo de Troya se llamaba el libro y el autor era un tal J. J. Benítez, escucharlo me erizó los pelos de la piel y me quedó el bichito dando vueltas en la cabeza, ¿cómo podía ser posible que Jesús fuera un marciano? Todo este tiempo la Biblia y la escuela nos había estado ocultando esta información. La duda se instaló en mi cabeza ¡y yo que soy de ideas fijas!
Una mañana me levanté con la intención de ir a la biblioteca a buscar el libro que cada verano leía desde hacía algunos años; Cien Años de Soledad de García Márquez, sin embargo, el DESTINO sabía que este verano esa no sería mi lectura.
Estando en la biblioteca de mi ciudad, me dirijo a los estantes donde usualmente estaba mi libro veraniego, ahí estaba esperándome, lo tomo y vuelve a mi aquella información entregada por Jorge, no recordaba el nombre del libro mencionado en aquella conversación, mucho menos el nombre del autor, sin embargo, tenía una pista, el nombre de aquel libro estaba relacionado con la mitología griega. Tras algunos minutos de jugar con mi memoria y de repasar los pocos estantes de la biblioteca comunal, finalizo mi búsqueda con éxito y encuentro un libro algo desgastado, de tamaño enorme y cuidadosamente protegido en una funda plástica, ya tenía en mis manos el libro, lo que no sabía es que además de libro, también sostenía lo que sería mi brújula.
Leí algunas páginas de pie frente al estante, Cien Años de Soledad me miraba desde Macondo, Caballo de Troya había captado toda mi atención, un escalofrío recorrió mi espalda y mis pensamientos, sin darme cuenta me sumergí en la lectura de varias páginas del libro. Debía llevarlo a casa, esta vez mi viaje a Macondo quedaba postergado...
LA HEREJÍA
Dejé la lectura para lanoche, debía dedicarle tiempo y atención a este nuevo viaje.
... Según J. J. Benítez, en 1973 las Fuerzas Aereas norteamericanas, tras un sinfin de peripecias, ejecutaban en Israel un salto en el tiempo al cual bautizaron como Operación Caballo de Troya, la fecha elegida para viajar era ni más ni menos que los dias en que Jesús viviría sus momentos de Pasión, Muerte y Resurrección.
Mi fé cristiana que para esos años profesaba se vió cuestionada, muchas veces durante la lectura de las primeras paginas de Caballo de Troya 1 me cuestioné a mi mismo si estaba cometiendo un acto de herejía, recé, medité y le pedí al Dios que hasta ese momento conocía, que me diera alguna señal en cuanto a la lectura que estaba iniciando. Sin embargo, el libro me atrapó en sus páginas y la lectura se extendió hasta avanzada la madrugada. No podía haber mejor primera señal que esa.
A la mañana siguiente tomé el libro y me fui a la playa a continuar con mi lectura, este sería un viaje sin retorno. Al llegar, el mar me parecía más amplio en su inmensidad, el sol parecía brillar más, las gaviotas cantaban más alegres, todo parecía haberse renovado, fue una sensación que nunca antes había sentido y la razón de este cambio lo tenía entre mis manos. Benítez me estaba presentando a un Jesús niño, travieso, más humano, a un Dios más cercano y humilde, ya estaba convencido que esto no podía ser herejía, este era el más bello regalo que alguien podía darme.
Con el correr de las páginas fui comprendiendo lo simple que es vivir, lo cerca que está la felicidad y de lo ciego que estamos como especie. La señal más importante había llegado a mis manos y a mi vida.
El verano se pasó volando, a las semanas de vacaciones de verano le faltaron dias, el tiempo se escurrió entre las paginas de Caballo de Troya 1 y 2, las únicas dos ediciones con las que contaba la biblioteca de mi pueblito. Pero la semilla ya estaba plantada y el mundo necesitaba ser participe de este tesoro que había descubierto, la decisión parecía cada vez más definitiva, pero el DESTINO se escribe a reglones torcidos.
Llegaba finales de febrero cuando todos quienes formabamos los equipos de pastoral del colegio fuimos citados para recibir la planificación del nuevo año de preparación. Yo estaba feliz por el ya próximo reencuentro con mis queridos pupilos de la catequesis, a algunos los había seguido viendo durante las misas del domingo, del resto no tenía muchas noticias. Pero como ya dije, el DESTINO escribe a su antojo y fue así como el sacerdote a cargo de los catequistas me avisaba que este año yo no continuaría con los chicos, lo haría el otro joven con el que compartiamos el grupo y yo tomaría un nuevo grupo de primer año. Acusé el golpe como un balde de agua fría, no tuve ni siquiera tiempo para despedirme de "mis chiquillos", más tarde algunos me hicieron saber de su descontento. A pesar de la rabia inicial, dejé que el tiempo trajera respuestas y éste no tardó en hacer su trabajo. Tras varias conversaciones con el sacerdote a cargo, el mismo que me había extendido la invitación a formar parte de la comunidad religiosa tomé la decisión de dar un paso al costado y abandonar la catequesis. Me prepararía para rendir la PAA (Prueba para postular a las universidades).
Mis objetivos no estaban del todo claros, el nuevo Jesús que había descubierto en las líneas de J.J. Benítez me había abierto los ojos y me gritaba sentía que quizás podía probar una pedagogía basada en el amor y la alegría, parte del sello que había conocido en las aulas de los Salesianos que me habían formado; la Pedagogía se asomaba en mi cielo, pero mis temores a veces me nublaban el panorama... El Jefe diría.
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CONFIESO QUE HE EDUCADO; Historias de Aulas
No FicciónLa historia de un estudiante introvertido que por los azares del Destino (siempre en mayúscula) se convierte en profesor y esta profesión lo lleva por diferentes realidades educacionales donde tiene que enfrentar diversas situaciones junto a sus alu...