CAPITULO IV: ATURDIMIENTO

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—No sé qué pasó, ni cómo llegué a esta situación. Vi a Terry, estaba con ella, le hacía el amor como si no me conociera, es increíble como un hombre pierde la cabeza por la pasión.

Un enorme sollozo hizo que Paty y Annie se despertaran.

—¿Escuchaste? —Annie se sentó en la cama y le preguntó a Paty muy asustada si había escuchado.

—Sí. Annie, ella está aquí.

Candy al darse cuenta de que sus amigas la escucharon les habló, pero no la escucharon, nuevamente se desesperó y angustiada comenzó a llorar con tanta impotencia que dolía, dolía mucho. Pero esa angustia desprendía una energía que sobrepasaba toda dimensión o lo que sea que fuera el lugar en donde ella estaba. Sus amigas se quedaron en silencio, Paty se atrevió a hablar, estaba segura de que su amiga había ocupado el lugar de Susana.

—Candy ¿estás aquí? ¿Puedes oírme?

La rubia se paró rápidamente y le dijo que si en un susurro, el cual ellas no oyeron, Candy entonces se dio cuenta que cuando se encontraba más afligida era que podía hacer contacto, necesitaba hablar con ellas, seguramente sus amigas podían ayudarla. Se acercó y comenzó a llorar de nuevo y entre lágrimas pidió que le ayudarán, cerca, muy cerca de su oído, muy despacio, Annie logró escuchar la súplica. Y se sobresaltó.

—¡Candy! mi querida hermana, ¿qué te han hecho?

Ambas lloraban, aunque Britter no la veía podía sentirla. Paty analizó la situación.

—Annie ¿cómo lograste escucharla? ¿Qué te dijo?

—No lo sé, solo escuché que pedía que la ayudáramos, pero fue un murmulló apenas audible.

Esa noche ya no escucharon nada, Candy se aferró a una pequeña esperanza para volver a su vida, de nuevo regresó al oscuro lugar que ahora sabía era su prisión.

Por la mañana Terry estaba en el estudio esperaba al Sr. Bowery que estaba interesado en comprar la casa, quería venderla cuanto antes e irse con su esposa de ahí, no le agradaba tener que pasar tanto tiempo allí. Desde la noche anterior sentía que algo no andaba bien con Candy, había algo en ella que le hacía sentir escalofríos y la forma en que lo habían hecho en donde ella tomó el control de la situación, lo había desconcertado, parecía otra, alguien muy experimentada. Él adoraba a su esposa y no tenía duda que él había sido el primero y el único en tocar su cuerpo, la noche de bodas fue mágica y jamás imagino lo maravilloso de esa primera vez, poco a poco iba descubriendo la suavidad de su cuerpo y con el tiempo se convirtió en su maestro para enseñarle todo acerca de las artes del amor.

Pero entonces ¿qué es lo que había pasado?, cómo es que su dulce esposa conocía esas raras y atrevidas maneras de hacerlo sentir así, como si él fuera el inexperto, no quería ni siquiera pensar cómo pudo aprender todo eso que habían experimentado esa noche. Recordó vagamente el tiempo en que se sumió en el alcohol después del accidente de Susana, fue cuando conoció ciertos placeres que le ofrecían esas mujeres de la vida nocturna. ¿Pero cómo podía comparar a su esposa con esas mujeres? Se reprendió, definitivamente necesitaba salir de ese lugar y regresar a su hogar, desde que llegaron el ambiente era pesado, no se sentía cómodo y ahora estaba buscando explicaciones a los cambios repentinos de su esposa. Aunque realmente no entendía como podía cambiar tanto de un día para otro.

Escuchó llegar un auto y salió a recibir al posible comprador, lo hizo pasar. El Sr. Bowery se maravilló con la casa, no dudó en cerrar el trato, aunque este le dijo que realmente no quería conservarla.

—Es una bella residencia, espero no le moleste saber que mis intenciones no son precisamente la de una casa, por la ubicación y las medidas del terreno que posee me convienen para establecer cierto negocio que tengo en mente y me temo que la casa puede ser derribada.

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