El despertador ya estaba sonando, era hora de ir a la escuela. La puerta se abrió de golpe dejando entrar a papá exaltado y con un mandil puesto.
—¿Qué pasa? —le pregunté cepillando mi cabello.
Su expresión se relajó soltando una sonrisa de alivio.
—Pensé que estabas dormida aun—contestó acercándose a mí—Déjame ayudarte.
—Sip.
Tomo el cepillo y como siempre comenzó a peinar mi cabello, lo enredó entre ligas y trenzas para finalizar con broches de mariposa. Orgulloso de su gran talento sonreía.
—Listo.
—¿Estuviste practicando? — le pregunté sorprendida mientras me miraba en el espejo.
—Bueno, vi algunos videos—contestó sonriendo— Ahora baja a desayunar— camino hacia la puerta para salir.
Contemplé un momento más aquel peinado que posiblemente sería destruido, después salí del cuarto para bajar a la cocina donde papá se encontraba tarareando una canción que sonaba en la radio.
—Cómelo todo— dijo señalando el gran waffle enfrente de mí.
Comencé a tomarlo con la mano para meterlo a mi boca y morderlo. Debo admitir que papá tiene un gran toque en la cocina.
—¿Hoy pasarás por mí? —le pregunté.
Tomando su taza de café se sentó a mi lado.
—No— contestó sin mirarme— Sofía hoy cuidara de ti.
¿Por qué nunca me mira cuando lo dice? ¿Acaso se siente triste?
—Está bien— respondí volviendo a comer.
—Lo siento...
—¿Por qué pides perdón? —le pregunté mirándolo confundida.
—Soy yo quien debería de cuidar de ti...
—Pero tu trabajas papá.
Eso yo lo entiendo muy bien.
—Pero soy yo quien debería de cuidar de ti, lo prometí.
¿Papá? ¿Pasa algo?
—No tienes que preocuparte por eso, yo lo entiendo.
Su mirada estaba decaída, me duele verlo así.
—Siempre cuidas de mí, no tienes que preocuparte por esa promesa, sé que no vas a romperla— le dije posando mi mano sobre la suya.
Me miró de reojo para sonreír y tomar mi mano, la apretó delicadamente y después besó mi frente.
—Te amo— el pronuncio.
—Yo también.
Y el desayuno se volvió una plática extensa.
Él miró su reloj y después a mí, supuse que era hora de irnos. Me levanté y puse mi plato en el fregadero para subir y cepillar mis dientes. Cuando baje papá ya se encontraba con su saco puesto cargando mi mochila y su maletín o bolso, tome mi almuerzo para salir detrás de él y cerrar la puerta.
Subimos al auto listos para irnos, puso una canción en la radio y echo mi mochila al asiento trasero para posicionarse en el volante, me miró sonriendo y suspiro para encender el carro y salir de ahí. En el camino la canción sonaba lentamente mientras movía mi cabeza al ritmo de la melodía, veía por la ventana a muchas personas, niños y animales. Todos parecían ir a algún lugar en especial, pues ellos sonreían.
ESTÁS LEYENDO
ALEX, LA NÚMERO 150703
Historia CortaDicen que al final de la vida solo somos un número más. Que las personas solo serán parte de nuestra vida por ratos y momentos, despues se iran. Algunos nos destruiran, otros nos mataran, pero solo al final nos lamentaran. Que las culpas son más que...