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NARRACIÓN

Cada persona tiene su límite, pero existen aquellas las cuales aún no lo conocen.

Los límites son depende a tu paciencia, subiendo y bajando al igual que una respiración agitada. ¿La paciencia? Es infinita si uno se lo propone, pero justo para eso existen los límites.

Ambos son complementarios, dependiendo uno del otro, siendo atados para no soltarse, porque sin el otro no existen. Analizándolo un poco, muchas cosas en la vida están atadas fuertemente, y deshacer el nudo podría ser cosa de mucho tiempo, o quizá de nunca.

Lo mismo pasa con el nudo que une a una persona con otra, ya sea relación amorosa, familiar o simplemente de amistad, si hay un nudo ahí, no es fácil deshacerlo.

Sin embargo, en algún punto de la vida, la realidad cae sobre nosotros al igual que un balde de agua fría, haciéndonos perder el equilibrio, rompiendo esa conexión, acabando con ese nudo. Forzándose a romperlo.

Aunque para algunas personas, los nudos son solo cosas que existen en fantasías o vivencias lejanas, siendo anheladas cada noche, cuando el sueño logra atraparlos en su mundo, fantaseando con cosas y detalles que el subconsciente atesora de nuestra vida.

La castaña recorría los pasillos de la empresa en busca de una en específico, en donde suponía estarían sus compañeras y los chicos del grupo. Estaba confundida y se sentía adentrarse cada vez más en un laberinto sin salida, notando como a medida que avanzaba las paredes se encogían y el techo bajaba.

No fue hasta que una mano alcanzó su hombro que logró tranquilizarse, pero también se sorprendió al ver de quién se trataba.

—¡Oh! Lo siento... —Dijo exaltada, haciendo una reverencia a Bang PD.

—¿Qué haces aquí? Deberías ya estar en la sala de prácticas, solo faltas tú. —le dijo, provocando un ligero color rosa en sus mejillas.

—Es... Me perdí buscando la sala...

—Si, eso noté, bueno, ya no importa. —concluyó y se dirigió con ella al lugar indicado.

***

—¿Qué sucede? —Preguntó Namjoon, entrando al cuarto en el que se encontraban los tres maknaes, discutiendo por alguna cosa.

—¡Ya te dije que no! ¡Entiende!

—¡No Jimin! ¡A mí no me mientes!

—¡Pero te está diciendo la verdad!

El mayor miraba extrañado la escena frente a sus ojos, no entendiendo... Nada.

—A ver, explíquenme qué está pasando.

—¡Hyung! ¡Mi libreta!

—¡Que no la tengo, Jungkook!

—Siempre la agarras, ¡siempre!

—Jungkookie... —el de voz grave interrumpió a ambos chicos, quienes voltearon a mirarlo.— Aquí está...

Saco la libreta de debajo de la almohada del mayor, Jungkook lo miró confuso y luego a Jimin.

—Yo no sé, eh.

—Entonces, ¿Cómo...?

—Yo lo tenía... —una sonrisa adorno los labios del castaño, quien automáticamente salió disparado del cuarto, seguido de un Jungkook tiernamente molesto y de un Jimin decepcionado por haberlo engañado.

—Niños... —dijo Nam, negando con la cabeza.

En otro lado de la casa, cierto pelinaranja revisaba mensajes que Army dejaba en las redes o publicaciones varias de twitter. Sus manos y su cabeza estaban a la contra en ese momento, pues mientras revisaba aquel celular, pensaba en muchas cosas, y una de ellas, él.

Vᴜᴇʟᴠᴇ; J.HSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora