Ante la sociedad Kim Namjoon un coreano- italiano era un exitoso empresario, mientras que para los bajos mundos era un mafioso, inteligente, peligroso y letal asesino a sangre fría sin corazón.
Nadie lo tolera solo su inusual secretaria quien es cap...
- Isa, Isa vamos reacciona, eso es, abre tus ojos.
- Victor mátame.
-No me pidas eso, ya viene la ambulancia.
-Por favor mátame, no merezco vivir - mis lagrimas recorren mis mejillas, siento dolor por todo el cuerpo pero no se compara ante el dolor que oprime mi pecho, el dolor de la culpa por todo el mal que hice.
- Eso no va a pasar, tú vas a vivir y enmendar tus errores, solo resiste.
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- Bien este es el lugar, que no se te olvide que si te traje aquí es para que te deshagas de Hana como tú misma lo pediste, traela y mátala frente de mis ojos.
-Así será...
El plan que tenía con Victor no sería nada fácil, teniendo a toda la gente del Señor Kim en cada rincon del lugar, entré al edificio que parecía un lugar abandonado pero que aún contaba con personal de enfermería, los recuerdos de Nam viviendo en un presidio vinieron a mi mente causandome asco al ver el grado de maldad que su padre podía tener.
Una de las mujeres a cargo señaló un dormitorio el cual contaba con guardias custodiando, al entrar pude verla, sentada a la orilla de la cama, parecía calmada, vestida de una bata blanca que hacía contraste con su piel, al igual que las sábanas y las paredes del pequeño dormitorio.
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Tres años encerrada, aislada y separada de Namjoon, quien la daba por muerta, tres años arrebatados, yo no podía seguirlo permitiendo.
-¿Quién eres? - me dice al darse cuenta de mi presencia, parándose con una expresión de terror en su rostro, como no estarlo, no solo estaba encerrada en este maldito lugar, tenía frente a ella a una mujer que no conoce, sucia, golpeada, con una herida sangrando en un costado y peor aún, armada.
- Eso no importa, solo haz lo que te ordene - la tome por fuerza de su delicado brazo, encañonandola mientras los guardias nos dejaban salir.
Sentía mi corazon latir con fuerza, al igual que cada vez más débil debido a la sangre que perdía, tratando de evitar las lágrimas, lágrimas que Hana derramaba de miedo e impotencia, dejándolas caer sobre mi brazo que rodeaba su cuello.
