Tierra y cielo.

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El sol estaba por ocultarse, el cielo se teñía de un color naranja amarilloso  Gabriel llevaba a María entre sus brazos, ambos volaban en dirección al hogar del Ángel. La joven rubia se encontraba dormida entre los brazos de su padre. Por su expresión, parecía tener pesadillas.

No pasó tanto tiempo hasta que él ascendió. Las puertas al cielo eran enormes y se encontraban vigiladas por varios ángeles, de vez en cuando, alguno de sus hermanos era asignado a vigilar, y ese día estaba Rafael. Era una joven de cabello completamente blanco y largo hasta sus rodillas, su piel parecía porcelana y esos ojos dorados resplandecían aún mas que los de sus hermanos.

La albina se sorprendió al ver la llegada de Gabriel. Llevaba mucho tiempo de no verlo desde su boda pagana.

—¡Hermano!—Gritó la joven y corrió hacía él.— Por la virgen María, creía que estabas con tu nueva familia.

—Lo estaba.—Dijo él y esbozó una media sonrisa.— Pero me a surgido un problema y... vine a ver a Padre.

—Mhm, Padre está muy ocupado últimamente.

La arcángel bajó su vista hacía María. Alzó una ceja y se cruzó de brazos.

—¿Ella es..?

Él sólo asintió. Su hija despertó y miró a su tía. Rafael miró a todos lados, no parecía haber nadie cerca.

—Sabes lo que dijo Padre sobre esto...—Empezó a decir ella.— Quizás debiste venir tú solo primero...

Al escuchar aquello, María se tensó. No sabía que su abuelo no deseaba verla. Bajó de los brazos de su padre, la joven se veía pequeña a lado de ambos ángeles.

—Lo sé, lo sé.—Respondió él.— Pero esto no puede esperar.

Rafael suspiró y pasó una mano sobre su flequillo blanco. Parecía un poco irritada.

—De acuerdo... sólo ten cuidado con ella. Podría... ya sabes. Romper alguna línea.

—Gracias...

Gabriel tomó la mano de su hija mientras Rafael abría las enormes puertas. María se maravillo al ver las alas de su tía, eran tan blancas como la nieve.

—Gracias...—Dijo ella tímidamente.

Ahora que sabía que no era bienvenida ahí, sentía un enorme vacío y miedo crecer en su pecho.

Rafael sólo asintió. La verdad era que sentía tantas ganas de abrazar a esa joven... era la primera que Padre no había creado, y era hija de su hermano. Se prometió que si María necesitaba de su ayuda, se la daría.

Las calles del cielo eran muchísimo más preciosas que las del Olimpo. María se maravillaba por todo. Aunque pronto entraron a un enorme plano de hierba fresca y flores de todo tipo.

—¿En dónde está tu padre?

—Debe de estar por aquí...

Aquel lugar era frecuentado por su padre, a lo lejos se podía divisar un árbol enorme y lleno de frutas de todo tipo.

Como se contaba en algunos libros, el Padre de Gabriel había creado a dos personas, quienes era adorados y amados por él. Incluso algunos ángeles estaban celosos de ellos en el pasado.

Sin embargo, esos dos habían traicionado a su Padre, se habían unido junto a Lucio, un ángel caído que planeaba derrotar el reino. Aquellos días habían sido oscuros, el ejército del infierno había iniciado su ataque, comandados por Lucio, Lilith, Eve y Adan. Los cuatro habían sido los favoritos de su padre en algún tiempo.

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