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Cuando el miércoles por la tarde había llegado, los pies de Yoongi se movilizaron con rapidez hacia el ascensor con la intención de bajar hasta el aparcamiento y así poder tomar su automóvil y marcharse de la oficina hacia su casa sin importarle s...

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Cuando el miércoles por la tarde había llegado, los pies de Yoongi se movilizaron con rapidez hacia el ascensor con la intención de bajar hasta el aparcamiento y así poder tomar su automóvil y marcharse de la oficina hacia su casa sin importarle si contaba con más responsabilidades laborales, pero como solía pasar muchas veces no logro llegar hasta su destino sin ser intercedido por su secretaria.

—¡Señor Min!— esas palabras bastaron para que Yoongi detuviera su paso, para prestarle atención a su secretaria—¡Señor Min!—volvió a llamar la mujer haciendo sonar sus tacones con cada paso apresurado—, antes de que se marche debo recordarle que tiene una cita con el doctor Jeon.—Dijo una vez estuvo junto a su jefe.

Pasando una mano por su rostro en signo de frustración se preguntó cómo había sido capaz de olvidar la cita que tenía. Después de agradecerle a su secretaria por el recordatorio y de darle lo que restaba de la tarde libre retomo su camino hasta el ascensor donde las puertas metálicas se abrieron a los pocos segundos de haber presionado el botón.

La típica música de fondo del ascensor acompaña los sucios recuerdos del lunes, las imágenes que su mente había capturado junto a las diversas sensaciones, hicieron que de forma inconsciente las mejillas de Yoongi se tiñeran de rojo. El rojo de las mejillas de Yoongi se intensificó cuando en su mente aprecio el recuerdo del dominante beso que había compartido con su doctor y la forma en la que este lo había sometido a su antojo.

Min aún no daba crédito en cómo el había aceptado con tanta facilidad mantener aquella relación de ultrajo que su doctor había dado comienzo y a la forma en la que se estaba comportando, ni en la forma en la que dejaba que otro hombre lo dominara hasta el punto de hacerlo llamarle señor, cuando había sido él quien había sido llamado así por un sin fin de mujeres y por su esposa, sin embargo no tenía el mismo efecto que tenía cada vez que el llamaba "señor" a su urólogo.

Entre la divagación de sus recuerdos y sus pensamientos el sonido de las puertas de metal abrirse le anunciaron a Yoongi la llegada hasta el aparcamiento.

Cuando el reloj marco las cuatro y cincuenta y su último paciente salió del consultorio junto con su secretaria, el doctor Jeon se quedó a solas en el consultorio estudiando algunos expedientes, pero sobretodo esperando a su paciente preferido

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Cuando el reloj marco las cuatro y cincuenta y su último paciente salió del consultorio junto con su secretaria, el doctor Jeon se quedó a solas en el consultorio estudiando algunos expedientes, pero sobretodo esperando a su paciente preferido.

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