◇EPISODIO 1◇

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Me siento tan cansada de mi patética vida. Realmente estoy tan cansada de mi sufrir día a día.

— Señorita, ¿me está escuchando?¿está bien?—no, no estoy para nada bien. Si entrara a mi vida entendería pero no me queda más que sacar una estupida sonrisa y hacer creer al mundo que estoy de maravilla.

— Disculpe señor, ¿qué me pidió?

— No pasa nada. Le pedí un Frappuccino por favor—el buen hombre sensato me regaló una sonrisa paternal.

— Claro, como no señor. Aquí estaría el número de pase que le toca—le dí el papel que indicaba el número que le tocaba—. Pase por allí y será atendido por mi compañera.

— Gracias señorita, que tenga un buen día.

Que bueno que al menos siga habiendo personas de buen corazón, lastima que a mí nunca me corresponderán.

— Igualmente señor. Gracias por su compra.

— Bien, ese era el último cliente. Gracias a Dios vuelvo a mi casita a descansar—me dice Carola, mi compañera de trabajo.

— Sí—no puedo decir más nada. Volver a mi casa es un infierno desde los 15 años.

— Listo chicas, pasen por mi oficina a buscar el dinero que les corresponde y se pueden marchar—nos informa mi jefa Amalia—. Ah y Uma quiero hablar contigo— joder, no.

— Claro.

Me saludo con Carola, Nina y Felipe cuando mi jefa les da el dinero y yo quedo de última.

—¿Me quería ver señora Amalia?

— Sí, pasa Uma—me adentro en su oficina cerrando la puerta atrás de mí y me siento en la silla que está enfrente de su escritorio—. Te quería preguntar, ¿qué es lo que pasa contigo? Estas descuidando un poco tu trabajo y si sigues así no me quedará de otra que despedirte.

— No, no, por favor. Necesito mucho este trabajo.

— Entonces con más razón, Uma. Sabes muy bien que todos tenemos problemas y no puedo tenerte a ti con medalla distinguida por ello.

— Sí, lo entiendo y prometo esforzarme más. Sólo a sido que no he estado durmiendo bien.

— Espero tus cambios, Uma. Quiero volver a tener mi empleada como cuando la contrate. ¿De acuerdo?

— De acuerdo.

— Ok, esta es tu paga y te veo mañana.

— Gracias señora Amalia. Que descanse —me paro y camino hacía la salida.

— Igualmente, Uma.

Al salir del local me encuentro con Felipe apoyado en la pared. Es un excelente chico y siendo franca me gusta mucho pero mi vida no me permite tener ningún amorío.

— Felipe, ¿qué haces todavía aquí?—le pregunto.

— Te estaba esperando. Quiero acompañarte.

— Felipe, sabes cual es mi resp...

— Por favor. No quiero que te vayas sola.

Suspiro y cierro mis ojos por un momento—Bien, sólo por hoy.

El asiente y caminamos en silencio pero uno cómodo, yendo al infierno de mi casa. Felipe me declaró sus sentimientos una vez pero fue rechazado por mí por el simple hecho que no podría tener nada con él, mi vida es demaciado complicada.

Cuando faltaba una cuadra para llegar a mi casa, paré para que supiera que debía llegar hasta ahí o de lo contrario abrían problemas peores.

— Gracias Felipe.

— Sabes que no es nada, preciosa—me sonroje al escuchar eso—. Mañana nos vemos. Que descanses, Uma—se acercó y beso mi mejilla. Sentí un calor abrumador en mi interior.

— Sí, nos vamos mañana. Tú también descansa—me despedí y caminé rumbo a mi casa.

Al llegar está todo en silencio. Se deben de haber ido al casino. Subo a mi habitación y cerré con seguro la puerta. Dejo mi mochila en el buró y me desvisto quedándome con el pijama, que es un short y bivirí. No tengo hambre así que prefiero tratar de conciliar el sueño pero no puedo.

Ahora como haré para aguantar en el trabajo si con los abusos y violaciones que sufro por parte de Frederick y Ryan sumándole los abusos en la universidad. Es demasiado para mí. No puedo seguir así.

— UMA—escucho gritar mi nombre, y por la voz sé que es Ryan— ¡UMA!

No, no, no por favor.

Trata de abrir la puerta pero no puede a lo que tiene seguro. Eso lo esta enfureciendo más.

—¡Carajos, Uma! ABRE LA MALDITA PUERTA AHORA O JURO QUE TE IRÁ PEOR.

Me acerco despacio y cuando destrabo la puerta corro a mi cama abrazando mis piernas y sintiendo el temor de nuevo. Como siempre.

— Maldita puta. ¿Qué te hemos dicho de venirte con ese marica?—sin verlo venir me da una cachetada tan fuerte que quedo algo aturdida— Y eso es para que aprendas a que nunca debes cerrar la puerta. Menos en mi casa, ¿entendiste?—jaló mi pelo haciéndome doler mi cuero cabelludo.

— S-si, lo entendí pero por f-favor s-sueltame—no cordinaba una palabra. Y mis mejillas estaban húmedas a causa de mis lágrimas.

— No creo que hayas entendido. Me parece que se lo tendré que dejar claro a ese pedazo de mierda.

— No, no, por favor no le hagas nada. Te lo ruego.

— Vaya, vaya. ¿Lo estás defendiendo? Pero necesitaras más que unas simples súplicas —dice jalando peor mi cabello.

— Ayy—me quejo por el dolor—¿qué q-quieres?

— Nos vamos entendiendo, putita. Quiero follarte tan duro. Y tú hermosura me abrirás la piernas sin queja alguna. ¿Te quejaras o debo hacerle una visita a tu amiguito?

— N-no, e-esta bien, no me quejaré— me aguantaré con tal de que no le haga nada a Felipe.

— Así me gusta, reinita. Ahora complace a tu hermanito.

Suelta mi pelo y se pone derecho, tira de mis tobillos dejándome acostada y como un perro muerto de hambre quita mi shorts, rompe mis bragas y bivirí para luego quitarme mi sostén bruscamente. Así es como termino desnuda ante sus ojos y él hace lo mismo. Mi mirada está puesta en el techo blanco de mi cuarto con mis lágrimas empapando mis mejillas y la cama. Nunca podré acostumbrarme a esta mierda.

Lo siento subirse a la cama mientras se coloca el condón y se echa encima de mí, se acomoda entre mis piernas y de una sola estocada me penetra, aspiro silenciosamente tratando de calmar mi dolor a lo que tengo mi entrepierna seca. Lo escucho gemir en mi oído y siento asco de mi misma. Apretó las sábanas con cada dura estocada que da. Sin querer se me suelta un sollozo y el tapa mi boca con su mano.

— No quiero escucharte, Uma—dice entre gemidos—. En que quedamos estupida... Ohh, mierda—gruñe—,apreta, Uma. Apreta con tu coño mi polla—agh, que puto asco. Hago lo que me pide para que acabe rapido. Con mis paredes vaginales apreto su sucio miembro dentro de mí.

— Joderrr... sí, así putita. Apretas de maravilla—me quejo cuando me embiste tan fuerte y mi llanto queda atrapado en su mano.

Así esta por unos segundos más hasta que se corre. Sale de mí y antes de irse me besa dejando su asquerosa saliva en mi boca.

Como lo odio, como me odio, como odio a mi "madre". Me quiero morir.

Esta es mi vida, repugnante y desastrosa y lo peor de todo que no le encuentro ninguna solución.

(//)



Bienvenid@ a los que leen mi obra.
Espero les guste y si es así ya saben, me ayudan mucho con su estrellita y comentario.
Besoss💕

El Tormento de UmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora