Dos días después...Una vez escuche un refrán en el cual decía:
"La vida es como un piano,
Las teclas blancas son felicidad,
Las teclas negras son tristeza,
Pero con el tiempo aprendes que necesitas ambas para hacer música".En ese momento pensé que era una frase con razón; pero ya no lo es, o bueno, no en este mismo momento.
Mi vida tiene más teclas negras que blancas y no creo que cambien.
Estos días mi madre no ha estado en casa al igual que Frederick. Lo que me parece súper extraño. Solamente ha estado el insoportable de Ryan y sólo por algunos momentos del día. Lo más raro de todo que sólo por la noche busca su dosis de sexo y luego se larga, lo que me ayuda a tener un poco de paz. Le he preguntado sobre mi madre y sólo me responde que no es mi incumbencia.
Y no es que me desagrade la situación, todo lo contrario. Siento un gran alivio sin los regaños estupidos de mi madre y los constantes abusos de Frederick. De Ryan no me he librado pero me conformo que lo tengo que soportar en la noche solamente.
Termino de ducharme y salgo del baño. Comienzo a vestirme con la ropa que dejé encima de la cama, pantalones térmicos con una blusa de algodón gris al igual que el color de mis converse y luego tapo los diminutos moretones que todavía quedan esparcidos por mi rostro. Dejo mi pelo suelto para que se seque con el aire.
Al terminar, bajo con mi mochila para irme a la universidad y tomo mis abrigos. Tengo clases a las tres de la tarde y sólo me quedan 20 minutos para llegar. Asisto a la única universidad en la cual den la matrícula de administración de empresas de Leavenworth, el pequeño pueblo de Washington. Leavenworth se convirtió en un destino turístico popular poco después, cuando fue rebautizada y modelada a partir de una aldea bávara. También es famosa por el Museo del Cascanueces de Leavenworth, una colección de más de 5.000 cascanueces a través de los siglos.
Al salir la helada brisa golpea mis huesos y piel adentrándose por todos mis poros. Me estremezco al contacto frío y debo meter mis manos a los bolsillos para darme calor a mi misma. Llego a la parada de autobús y Gracias a Dios acaba de llegar. Odio esta estación del año. El invierno es como mi vida, fría, tediosa, la mayoria nadie la quiere y muy solitaria. Me siento como siempre hago en mi rutina.
___♡___
Después de tres horas ya había llegado y comenzado con las clases.
Me faltaban 5 minutos para salir y marcharme a mi trabajo.
Odiaba los días así porque alcanzaba a llegar sobre la hora al trabajo y en estos momentos no necesitaba ninguna reprimienda más.
El profesor termina de dar su clase y nos podemos retirar.
Salgo con paso apresurado de la universidad hasta llegar a la parada. Tomo el autobús y como siempre vace la misma ruta durante sus 10 minutos.
Al llegar, bajo y corro a la tienda. Llego, saludo a mis compañeros y dejo mis cosas en mi casillero.
Bien, manos a la obra.
___♡___
Estaba facturando unas ordenes y oí el tintineo de la campana. Rápidamente levanto mi cabeza y visualizo al mismo hombre que estuvo ayer.
Su apariencia aterroriza un poco, sus ojos azulados intensos te dicen que ni se te ocurra cruzarte en su camino, acompañado de su metro noventa o noventa y cinco hace que sea diminuta ante él. Su aspecto físico tampoco ayuda mucho, se nota que se ejercita bien.
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El Tormento de Uma
RandomUma es intercambiada a cambio de un transplante de corazón para su padrastro al Jefe de la mafia albanesa. Su vida ya era un martirio en su casa y universidad y él llegó a su vida para empeorarla. ¿Podrá Uma ser feliz algún día de su miserable vida?