Mi vida antes de crecer era muy buena, tenía amor tenía felicidad y no tenía que preocuparme por cosas de mi mismo o por como me sintiera en ese preciso momento. No había tampoco prejuicios ni nada por el estilo que me hiciera sentir inseguro o menos amado yo solo era un niño inocente en un mundo lleno de crueldad, un niño el cual tenía el sueño de poder crecer y enseñarle al mundo quien era Samuel García.
- te quiero mami — toca mi mejilla con sus suaves manos.
- ¡yo te quiero mucho más mi pequeño Samuelito! — dice dándome un beso en la frente — ahora ve a dormir que mañana tienes que ir a la escuela.
Solo tenía 8 años cuando mi mamá murió, esas fueron las últimas palabras que escuché de ella un "te quiero" que ahora extraño tanto cada noche de soledad. Cuando ella murió mi papá se hizo cargo de mi por un tiempo después él se fue para darnos una vida mejor, yo me quedé con mi abuela. Mi abuela fue quien me dio fuerza para seguir sonriendo, fue quien me protegió de los monstruos fue la única persona que estuvo conmigo durante toda mi niñez hasta ahora que tengo 16 años. Mi papá se había ido, mi mamá había muerto ¿y qué hacía un niño como yo?... ¿llorar? ¿deprimirse? ¿qué podía hacer yo en ese momento?, exacto, nada, no podía hacer absolutamente nada por mi o por mi abuela, solo era un niño que no entendía que era lo pasaba.
- extraño mucho a mi mamá abuelita — empiezo a llorar frente a ella.
- tranquilo Samuel, yo siempre estaré a tu lado — me da un fuerte abrazo.
Todo los sentimientos que traía arrastrando desde que era un niño me dejaron mal, era un total desastre conmigo mismo y yo solo le provocaba problemas a mi abuela; me metí a la cabeza que yo era un problema para todos y que tal vez todo seria mejor terminar con mi vida. Recuerdo que desperté en el hospital por una sobredosis que tuve, eso casi me mata.
- abuela... ¿dónde estoy? — hablo con voz recién despierto.
- tranquilo hijo, yo estoy contigo — toma mi mano.
Una vez más fui un problema para ella, una carga que no podía cargar. Cuando salí del hospital y tenia que guardar reposo mi abuela informó a la secundaria que me había fracturado un hueso, así yo faltaría durante unos meses pero la realidad es que yo estaba apunto de ser internado en un centro de rehabilitación contra las drogas. Por fin llegó el día en el que yo saldría de ese maldito y bendito lugar, como siempre estaba mi abuela ahí conmigo, esperando afuera con una gran sonrisa.
- ¡¡¡Samuel!!! — grita mi abuela desde lejos con su gran sonrisa.
- ¡abue! — voy hacia ella corriendo soltando mi mochila. — te extrañe demasiado — empiezo a llorar en su hombro.
- y yo a ti mi Samuelito — estar en este centro de rehabilitación me hice reflexionar más de lo que yo pensaba, la psicóloga hizo un gran trabajo conmigo y sé que también hice un gran trabajo conmigo mismo. Al pasar los meses lo único que quería era salir de aquí pero quería salir de una mejor manera para sentirme mejor conmigo y al final pude encontrarme, pude encontrar a ese niño que había perdido la esperanza hace mucho tiempo.Perdí un año de secundaria por estar en el centro de rehabilitación, ya no tenía caso seguir mintiendo a la secundaria que seguía en recuperación de hueso roto. Decidí mejorar en todo esta vez, ya no habría excusas o algo que me hiciera sentir mal, ahora quería hacer sentir orgullosa a mi abuela lo más que yo pudiese.
- estoy orgullosa de ti Samuel — dice tocando mi hombro
- ¿por qué? — le pregunto mirándola
- porqué yo no hubiese sabido que hacer si hubieras muerto Samuel. Cuando te encontré en tu habitación tirado no sabía que hacer ni como reaccionar al verte así, tirado en el piso — dice con lágrimas
- abuela, ya no piense en eso, yo estoy bien, veame — le suelto una pequeña sonrisa mientras tomo sus manos.
- lo sé, es por eso que me siento tan orgullosade ti; fuiste un chico muy fuerte — me abraza con toda su fuerza. Ver el dolor en sus ojos me hizo ver todo diferente ahora, ella es el motivo de querer seguir aquí.Después de un largo año sin mirar personas o socializar con alguien hoy es mi primer día de clases después de todo lo ocurrido, estoy tan nervioso porque regresaría a la secundaria y volvería encontrarme a esos chicos que solo me llevaban a la muerte. Las drogas pueden parecer buenas al principio, te llevan a una nubes muy blancas pero en realidad es solo una tormenta eléctrica que se tornará en ti y no te soltará hasta matarte.
- ¡hey samuel! ¿cómo has estado amigo? — me saluda uno de mis excompañeros
- hola, muy bien gracias
- me da gusto que estés bien, nos vemos luego — René fue uno de los pocos que se preocupo por mi mientras yo estaba en el hospital. El primer día de secundaria es muy extraño, chicxs nuevxs, era todo nuevo para mi otra vez y era raro sentirlo de esa forma cuando ya había estado ahí antes pero con una personalidad diferente ¿eso me hace diferente? no lo sé. Entro a mi clase. Me siento en unas de las mesas. Me pongo mis audífonos y adiós mundo.
- hola ¿esta ocupado? – quito uno de mis audífonos de mi oreja para saber quien me a hablado
- hola, no, puedes sentarte — ¿quién es este chico?
- muchas gracias, soy Isaac — me da su mano mientras está sonriendo; creo que el día no puede estar tan mal después de todo.
- un gusto Isaac, soy Samuel — hago lo mismo que él; me siento feliz por este momento.
Durante toda la clase he estado hablado con Isaac, es mi primer amigo por ahora, me siento muy feliz y tengo que contarle a mi abuela cuando terminen las clases, ojalá mi mamá pudiese ver esto.
- y dime Samuel... ¿vives aquí en San Juan o en Palos Blancos?
- soy de aquí de San Juan
- ¡ay que bueno! espero no vivas lejos para así salir algún día
- ¡claro que sí, eso estaría genial! — Isaac es tan amable, es la clase de persona que estoy buscando para mi bienestar mental, es una bendición de los dioses, gracias.