Singularity

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Nota: ¡Hola! Volví con otro pequeño oneshot y deben de saber que este no tiene nada que ver con los anteriores ^^
El ambiente se desarrolla cuando aún vivían en Lukedonia, antes de la batalla entre Muzaka y Raizel

Advertencia: Contenido +18

🍵🍵🍵

Frankenstein se encontraba de rodillas en señal de respeto hacia su Maestro, mientras besaba sus nudillos blancos y acariciaba sus dedos. Raizel por su parte, no hacia ningún movimiento en particular, solo dejaba que su sirviente se dedicara a atenderlo.

El hecho de que Frankenstein estuviera enamorado tan profundamente del noble ya no era secreto, se había cansado de fingir una relación que no iba más allá del Sirviente-Maestro. Los otros nobles lo llamaban un descarado, cínico y desagradable ser viviente.

Porque; ¿cómo se atrevía un humano, un simple mortal, enamorarse de un ser con una belleza tan colosal? ¿De un ser sumamente etéreo? Pero más que nada, la pregunta que todos se hacían: ¿Por qué el gran Noblesse, el real e inigualable noble de los nobles, aún le permitía que se mantuviera a su lado? ¿Por qué le permitía estar cerca de él? No lo entendían del todo porque en primer lugar Raizel no necesitaba de la protección de alguien más, era el más fuerte de todos, y de ser el caso contrario habían muchos nobles más fuertes que ese humano, más competentes y más hábiles.

Frankenstein pasó de dar besos con cariño a lamer y meter uno o dos de ellos a su boca; el dedo anular y corazón fueron los que se mantuvieron en su cavidad bucal. Movía su lengua entre ellos y succionaba con entusiasmo. Raizel solo podía sentir la calidez que envolvía sus dedos con un cosquilleo agradable que viajaba hasta la parte baja de su abdomen.

Pocos segundos después, dirigió sus manos hacia la camisa blanca de Raizel y se la quitó con tranquilidad y paciencia. Sintió en su pecho la frialdad de la noche golpeando contra él, pero rápidamente entró en calor al sentir los besos y caricias del humano.

Frankenstein se encargó de deleitarse con la desnudez frente a él, comenzó a dar pequeños besos húmedos y pequeñas lamidas cuando rozaba levemente su lengua que recorría desde sus clavículas hasta su zona pélvica. Sintió como Raizel contrajo su abdomen soltando pequeños gemidos.

—¿Me permites? —pidió mirando fijamente al noble. Sus ojos azules eran penetrantes, su mirada reflejaba dureza y seguridad. No existían titubeos ni vergüenza. Eso removió algo dentro de Raizel, tanto que no pudo evitar sentirse avergonzado. Un ligero sonrojo apareció en sus mejillas.

Raizel en respuesta no emitió ningún ruido y eso Frankenstein lo tomó como su consentimiento. Empezó a quitarle el pantalón pidiendo en susurros que levantara sus caderas y fue directamente hacia su entrepierna. Acarició su miembro mientras repartía besos en el interior de sus muslos, besos que primeramente fueron suaves, rozando con cariño sus labios y nariz, pero poco después se volvieron lascivos, no dudó morder con dureza la piel suave de su Maestro a tal punto de que brotara un poco de sangre.

Raizel sintió una mezcla de sensaciones y emociones nuevas para él, no tardó en soltar leves gemidos en señal de placer. Sentía cosquilleos cuando el rubio acariciaba sus muslos o cerca de su entrepierna -zonas claramente sensibles y vulnerables para él - pero también encontraba un deleite en el dolor. Uno delicioso. Ese pequeño dolor de la mordida aumentaba su excitación causando que su erección creciera más. Y por supuesto que Frankenstein no podía tener el orgullo más alto de lo que ya estaba.

No tardó mucho para que el rubio tomara por completo el falo de Raizel. De manera inevitable soltó un suspiro echando la cabeza hacia atrás cuando sintió lo caliente que era la boca de su Sirviente. Instintivamente acarició con suavidad la cabeza del rubio.

𝓣𝓾 𝓭𝓮𝓼𝓮𝓸 𝓮𝓼 𝓶𝓲 𝓬𝓸𝓶𝓪𝓷𝓭𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora