ONE-SHOT 2\2

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Trasladé a mi Maestro a una de las tantas habitaciones que estaban desocupadas, mientras lo besaba sin parar. Por mucho tiempo me sentí atraído por Raizel y nunca pude decírselo, pero ahora, si me pide que me enamore de él tan repentinamente hace que mi corazón se acelera y mis deseos por él crecen. Un sentimiento difícil de evitar.

Mientras lo seguía besando, lo acosté sobre la cama, separándome solo por un momento para admirar su rostro. Sus mejillas levemente sonrojadas y sus ojos rojos llenos de admiración, brillosos. Acaricié su rostro con mi dedo índice, iniciando desde su mejilla hasta llegar a la comisura de sus labios. Labios delgados y pálidos. Pintados suavemente de un tono rosado. Él era la belleza en persona.

"Si él fuera un pecado, definitivamente sería la lujuria."

Estando yo arriba de él, empecé a quitarle cuidadosamente el saco seguido de su playera. Y en ese momento me di cuenta que, en toda mi vida no había visto semejante preciosidad. No podía apartar la vista, no podía dejar de admirar su cuerpo que parecía de porcelana; pálido, suave y liso, sumamente hermoso.

Bajé la cabeza para besar su pecho, comenzando un camino de pequeños mimos hasta llegar a su abdomen, donde lamía lentamente.

―Franken... stein ―Escuché su voz temblorosa.

―¿Maestro? ¿Debería parar?―pregunté preocupante, no quería incomodar a mi Maestro de esa forma, no, tal vez ni siquiera debí haber hecho ese tipo de cosas.

¿Cómo se me ocurría?

―Lo... la-lamento... yo ―Penosamemte estaba dispuesto a parar todo el desastre que había hecho. La culpa y el remordimiento comenzaban a hacerse presentes.

Pero me interrumpió.

―No es eso... ―volteó su mirada sonrojándose ―Me... siento raro ―Suspiró mirándome con ojos brillosos.

"No me provoques"

Inicialmente me había sorprendido, pero después de procesar la imagen y reflexionar que no lo había puesto incómodo, me limité a sonreírle aliviado. Fui a su boca para darle un suave beso. Beso donde quería expresarle cariño y amor. Y él, afortunadamente me correspondió.

―Pronto se sentirá mejor. Lo prometo ―Susurré pegando nuestras frentes y rozando las puntas de nuestras narices. Quería hacerle sentir seguro estando conmigo. 

Le volví a besar los labios y fui hacia su yugular para rozar mi boca lentamente, dando lamidas unas que otras veces. No había palabras que describieran lo suave que era su piel. Pálida y tersa. El maestro era sin duda el pecado en persona. Mientras me tomaba mi tiempo admirando su piel y respirando cerca, sentí su cuerpo tensarse y su garganta moviéndose mientras tragaba saliva.

Pasé a sus clavículas y le dí una leve mordida, sin llegar a hacerle daño. Me tomé mi tiempo para besar todo su torso, para lamer ligeramente. Y si no fuera por el creciente bulto en el pantalón de mi Maestro, y sus jadeos de necesitado, hubiera seguido toda una eternidad disfrutando su cuerpo.

Di varios besos húmedos en su vientre y di el siguiente paso. Lentamente comencé a desabrochar su pantalón mientras él veía directamemte hacia mis manos, concentrándose en ellas y dando suspiros mezclados con jadeos. Esa mirada, esa boca y esas mejillas, todo lo quería para mí. Y todo era para mí.

"Por mí"

Terminé bajando su ropa interior y pude ver su miembro erecto. Sin consciencia alguna, relamí mis labios y mi excitación aumentó. Su tamaño era perfecto. Algunas venas se marcaban, pero si soy sincero, también era de color pálido y la punta era del mismo color de sus labios. Con lentitud le dí caricias con la mano, y mis oídos fueron alagados con sus jadeos ahogados.

𝓣𝓾 𝓭𝓮𝓼𝓮𝓸 𝓮𝓼 𝓶𝓲 𝓬𝓸𝓶𝓪𝓷𝓭𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora