07: he's always there

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— No te duermas

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— No te duermas. — ya era la séptima vez que Jimin me repetía la misma frase y sin embargo seguía sin funcionar. Cabeceaba sin quererlo, sintiendo mis ojos tan pesados como un saco de mil libras. La noche anterior había tomado tanta chocolatada junto a Hoseok que conciliar el sueño se me había hecho prácticamente imposible durante el resto de la noche, pareciendo un completo lunático en la madrugada cantando cosas sin sentido.

— ¿Cuanto falta para llegar? — pregunté lanzando un bostezo hacia la ventana que sacó alguna de mis lágrimas, tratando de espabilar mi mente. Estábamos camino a la tienda de la Señora Jeon a traer no sé que mientras Jimin conducía un auto que supuestamente Namjoon hyung le había prestado para no movilizarse en el transporte público de la ciudad, no tenía los suficientes ánimos para ir y mi amigo lo sabía, pero también sabía que era una persona que no podía negarse a las propuestas de él, incluso sin fuesen las más estúpidas del universo.

— Cinco minutos cuando mucho. — respondió sin despegar su vista del frente. Volví a bostezar cerrando mis ojos, recostándome sobre mi asiento. — Taehyung, dije que no te durmieras. — habló con firmeza, levanté mi cabeza frotando mis ojos.

— Que sencillo es decirlo para ti, no eres un loco obsesionado por la chocolatada. — volví a bostezar haciéndolo reír. No le había comentado a Jimin el motivo de mi excesivo consumo de chocolate luego de recibir la noticia de que al parecer Jeon Jungkook le había comentado a Hoseok de mi. Lo más probable era que me bombardeara de preguntas que me rehusaba a responder.

— Tienes razón. Dios mío Taehyung, esas ojeras deben doler. — abrí mis ojos como platos. — Ahora pareces un occidental. — tomé un trozo de servilleta que había dentro la cajuela lanzándola directamente contra su rostro. — ¡Estoy conduciendo Kim, maldita sea! — solté una de mis peculiares carcajadas.

— Estoy seguro que la fianza que tendrás que pagar al llegar a prisión por conducir de esa manera te dolerá más. — sonreí satisfecho al callar a mi amigo, quien seguía manejando como si estuviese indignado con mis palabras.

Maldita sea Kim, eres un genio.

— Llegamos. — sacudí mi cabeza, llegamos en un abrir y cerrar de ojos que me había asustado, pero sin embargo no pregunté nada. Me bajé del carro en un parqueo que en mi vida había visto y cerré la puerta sin tanta fuerza.

Sin decir mucho me dirigí al local aún cayéndome del sueño. Las personas al rededor podían verme caminar como un completo sonámbulo, incluso es probable que se rieran debido a que choqué por un momento con el vidrio perfectamente limpio y transparente de la tienda. Jimin tomó mi brazo de inmediato al ver que perdía el control dirigiéndome a la entrada principal, pareciendo un niño siendo manejado por su padre. En cuanto entré sentí una cortina de aire recorrer todo mi cuerpo, provocando una extraña sensación sobre mi espina dorsal, sin contar mis manos que a diferencia de la mayor parte del tiempo, estaban absolutamente secas y mucho menos sin caudal. Podía sentir mis enormes ojeras a pesar de que se me era imposible verlas, y lo único que anhelaba era dormir aunque fuesen unos cinco minutos para sentirme en la gloria.

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