millonaria soledad

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Me despierto, como de costumbre en la soledad de mi habitación, iluminado por un rayo de sol que proviene desde el inmenso ventanal frente a mi cama, me levanto como puedo pues la resaca me impide mantener el equilibrio, en mi torpe caminar pateó botellas de los licores más caros, mis pisadas quedan marcadas por la cantidad de cenizas de cigarros de marihuana que están en el piso, “creo que nos fumamos todo" me digo a mi mismo con la indiferencia que me acostumbra tener desde hace ya unos años y es que, que más importa lo material cuando eres millonario, si se rompe algo puedo volver a comprarlo las veces que quiera, tengo más dinero del que puedo gastar, pero pese a todo el dinero que puedo tener, porque me cuesta tanto ser feliz, cuando empecé a amasar mi fortuna el descontrol se apoderó de mi vida, compré litros de alcohol y kilos de marihuana, cocaína y variedad de drogas duras las cuales pese a la cantidad solo duró una noche, en ese tiempo no creía la típica frase “el dinero no compra la felicidad" y es que dudo que alguien pudiera llorar sobre un yate. comenzando a pensar en todo lo que echo desde que tengo mi fortuna solo dos palabras resumieron todo, alcohol y drogas.
hago fiestas masivas dónde desconocidos vienen y van, gente que nunca he visto pero llegan, es triste, pese a que intento estar bien no lo logro sentir a si, me siento solo, pese al jolgorio que se arma en mi departamento todas las noches no puedo evitar sentirme solo, cuando no estoy de fiestas estoy drogandome en la soledad de mi habitación. ni las drogas ni las fiestas llenan el vacío que siento en mi, fiestas llenas de desconocidos que pretenden ser amigos, el dinero mezclado con la juventud me ha llevado por un mal Camino pero que mas puedo hacer, ¿quedarme solo o seguir drogandome?
me parece difícil decisión, me drogo para ser feliz pero ni toda la droga me da la felicidad que busco, hago fiestas porque odio la soledad pero no todos los desconocido del mundo me quitan aquella soledad, la vida de un millonario se ve idílica pero a veces es mejor ser pobre, llega un punto en que la pena y la decidía se apoderan de ti y pierdes toda dicha. pero bueno, me haré otro cigarrillo.

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