María

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    Hoy se cumplen 5 años desde que me fui de su lado, de su calor armónico y su dulce melodía de los días fríos, para ser honesta la extraño, pero no creo tener la suficiente fuerza de voluntad para volver a ella.

     Aunque su olor peculiar a cabello quemado me hacía erizar los vellos de mis brazos, nadie toleraba estar donde ella estaba, ni siquiera les gustaba su aspecto, pero yo, todo lo contrario, a los demás, amaba con locura su color caoba gastado y ese verde pantano de sus orillas, sus curvas que iban en caída y esas grietas que se formaban en su piel de madera y yeso.

     A toda estas… ¿Quién fue ella? Ella era María, hermosa a mis ojos, rozagante a mi tacto y dulce a pensamiento; mientras más les hablo de como la recuerdo más me alejo de la realidad…

       María era la casa donde me crie. Un lugar con poca luz, paredes llenas de manchas y mugre, se podía sentir lo espeluznante al caminar por su piso roto y curtido. Cuando era pequeña las personas solían criticarla, insultaban a María que solo intentaba cubrirme ante el diluvio afuera, era pesado estar en su interior sin sentir ganas de suicidarse.

       Las corrientes de aire que se colaban por la casa eran rocas que se sumaban a una mochila cargada de concreto sobre la espalda, imposible caminar sin sentir dolor, ni tensión. Daba miedo despertar por la madrugada para toparse crudamente con la oscuridad atrofiante viéndote desde el techo rajado con hilos delgados de telaraña cayendo, enredando en su cuerpo algún resto de hoja seca y un cuerpo de animal descompuesto, como si te vigilara el sueño esperando huyeses despavorido de miedo.

       Me daba tanto placer ver como las sombras divagaban en la casa y acariciaban a su merced el espaldar de las camas, haciendo que la madera rechinase al sentir el peso de sus visitantes. Nadie soportaba más de una hora con María y su triste humor negro, era complicado entender la gracia entre esquinas llenas de susurros, áticos repletos de desechos y sótanos que llevaban un olor a podredumbre.

      María no era mala, todo lo contrario, estaba llena de vida, aunque en su interior moraban diferentes cuerpos inertes que se hicieron parte del mobiliario, María era hermosa, y jamás critico a otras casas como la criticaban a ella. María se mantuvo en pie silbando todas las noches a golpe de las 2:19 am, esa era su hora favorita, hacía que su llanto sonase como un tenebroso murmullo arrullador que te erizaba inevitablemente toda la piel… A veces gritaba, en ocasiones reía, todos los que adentro estaban a la hora escuchan como se mecía en su sentimiento de pesadez y descuido.

       Cada madrugada acompañada de María fui feliz, con su cerámica vieja y pared llena de moho. La cocina se caía por pedazos; la corriente de gas fue el detonante perfecto para convertir a María en un cadáver fúnebre que termino en cenizas empolvando todas las casas adyacentes a la vereda. Siento que esa fue su venganza, la manera mas cruel e inteligente de devolverles a todos esos estúpidos habladores un poco de ella “La casa malditamente embrujada” María fue tan jodidamente valiente, que cargo con sus muertos, incluso con los míos y los de todos aquellos que quisieron escurrirse de ella en sus orillas; se paseó por la vida de otros, para llenarlos de paz. María fue mi primer hogar, un lugar donde mi alma descansa, un terreno donde habitan mis sentimientos, donde las voces inertes y silenciosas que nadie quiso escuchar me arrullaran cada día, porque, aunque me niegue aceptarlo en este lugar, también soy María.

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⏰ Última actualización: Nov 12, 2021 ⏰

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Cosas que a nadie le importan... pero igual quiero contarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora