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Las manos calientes de Bright se entrometen torpemente dentro de la camisa de Win y es que están compartiendo un beso fogoso, de esos que no tenían en mucho tiempo.
 
La boca desesperada de Vachirawit buscaba tomar más y más de Win mientras recorría la vieja sala del tercer piso en busca de un lugar donde poder sentar al mayor y así besarse con más tranquilidad.
 
Metawin sin duda se sentía desfallecido. Un fin de semana sin el menor y provocaba una recibida más fogosa por parte de éste. Su corazón se comprime mientras las manos del alto recorren con suavidad sus cintura y es que extrañó tanto tocar al mayor que necesitaba contacto.

—Te amo tanto.— susurró Bright cuando le fue imposible seguir succionando la boca de Win, porque se había quedado sin aire. Admirar el desastre que es Metawin sentado sobre una mesa, que ni supo en que momento había sido subido en esta, su cabello ahora teñido de un chocolate claro, casi castaño, caía en mechones rizados sobre su frente, empañándole de sudor con sus labios hinchados, que solo se veían más apetitosos ante los ojos de Vachirawit.

— No me vuelvas a dejar por juntarte con First, no soporto un día sin ti. Casi muero con dos.
 
— No dejaste de mensajearme todo el fin de semana.— una risita escapó de la boca del menor, la cuál fue callada por los labios de Bright. — También tengo que tener tiempo para mis amigos. Mi mundo no puede girar en torno a tí todo el tiempo.

Bright suspiró dejando apoyar su frente en el pecho del menor, impregnándose de su olor. ¿Cómo le explica qué es adicto a él?¿Cómo?¿Cómo le dice qué se volvió alguien tan infaltable en su día, qué sin él no habría razones para salir de su cama? Y es que su cama, su pieza, su baño, todo le recuerda a Win, está en todas partes para Vachirawit.
 
— ¿No piensas en mí todo el tiempo?
 
— Cállate y bésame.— el mayor acercó su boca a la del menor, tentándolo a acortar la distancia entre ellos, delineando con su lengua sus labios.— No juegues, solo tenemos treinta minutos para volver a clase, sacrifiqué mi almuerzo por ti.

— Voy a disfrutar bien mi comida.— Bright volvió a juntar sus labios mezclando sus lenguas con la del menor, disfrutando del contacto entre estas. Metawin abrió un poco más sus piernas para flexionarlas y rodear el cuerpo del pelinegro, previendo que este no se volviera a escapar. El mayor cerró sus ojos dejándose envolver por la calidez contraria, mientras en otro lugar, unos pisos más abajo de ellos, en el mismo periódico escolar, eran reveladas fotografías de cierto chico entrando a la misma sala donde ahora apresaba al novio del editor, Gun Atthaphan.

Dos chicos besándose ; BrightwinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora