[8] Libros

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Libros


Esa noche Draco se durmió en la habitación de su madre. Se había sentado en el sofá de cuero verde esmeralda cerca de la cama, para seccionarse que ella estuviera bien luego de las pociones, pero terminó por dormirse él mismo. Se despertó cuando el viento movió la cortina con una suave brisa que le llegó al rostro. Abrió los ojos de golpe y se adaptó a la oscuridad que lo rodeaba.

Con cuidado de no hacer ruido se puso en pie, estiró sus articulaciones mal dobladas y se acercó a la cama de Narcissa. Le dio un tierno beso en la sien y salió de la habitación. Se deslizó en la oscura mansión hasta la biblioteca. Iluminó la zona con un movimiento de su varita, y más una vez se puso a trabajar en la tarea.

Prendió un cigarrillo, un mal hábito aprendido de los muggles, pero que contenía su ansiedad y sus nervios. Se distraía con la sensación de la nicotina en su cuerpo. Disfruto del humo que se disipó en la zona. Y luego comenzó a ojear los libros para archivarlos. Había terminado ya casi con una hilera entera de estantes, quedaban muchas otras, pero al menos eso lo mantenía ocupado y lo distraía de pensar en el trabajo. Más precisamente en la incorporación de Hermione Granger que había llegado para distorsionar todo. La Gryffindor, tal como la recordaba, no podía dejar de cuestionar todo, de poner todo en tela de juicio, en desconfiar y querer cambiar todo.

Había trabajado bien esos meses, había llegado a un acuerdo con el Wizengamot, tenía un sueldo escuálido pero que le permitía pagar las pociones de su madre. En parte. Hacía su trabajo, no molestaba a nadie y esperaba que nadie lo molestará. Tenía una existencia tranquila mientras esperaba que todo terminara. Y ella había llegado para derrumbar sus paredes y hacerlo entrar en crisis.

Casi sin pensarlo arrojó un libro lejos, con un odio y furia que iba dirigida a su ex compañera de colegio.

Respiró hondo y avanzó en su tarea. Terminó de archivar los libros. Seleccionar los que iba a vender y los que aún no estaba pronto para dejar ir. Estos se trataban sobre todo de los títulos favoritos de su madre, o algunos muy antiguos, que habían sido casi una reliquia en la familia. Esos los mantendría aún guardados, pero si fuera necesario no dudaría en recurrir a ellos para conseguir los galones necesarios para seguir manteniendo el tratamiento de su madre, al menos hasta que su propio cuerpo pudiera aguantar.

Comenzaba ya a notar los efectos de la magia oscura. Cada vez se había más imposible e insoportable. La sangre de hoy era cada vez más recurrentes, sus estados de inconsciencia, su incapacidad para dormir o concentrarse. Estaba siempre alterado, nervioso. Como en un estado de ansiedad perpetuo. Sus manos temblaban como si tomara todo el café de la mansión, y a decir verdad apenas comía. Sentía náuseas todo el tiempo, y solo iban seis meses de trabajo, no quería imaginar que sería aguantar un año y medio más, como lo acordado. Pero quizá no tenía dos años.

Arrojó el cigarrillo lejos y subió a su habitación. Se daría un baño rápido y se acostaría. Dentro de unas horas tendría que volver al Ministerio, tenía que intentar dormir un poco.

***

Draco estaba sumido en sus pensamientos, frente a su escritorio, tratando de realizar el esquema que lo llevaría a una joya perdida que supuestamente contenía magia oscura y había estado paseando por la ciudad.

Su dedo indicador derecho tamborileaba sobre la mesa en un ritmo constante. Hoy antes de entrar en su jornada laboral se había reunido con el contacto del mercado negro que le había comprado los libros. Había obtenido lo suficiente como para comprar algunas pociones. En su hora de almuerzo se ocuparía de eso. Ya tenía la lista que Astoria le había dejado y podría comprar algunas de esas, al menos lo más necesario. El comprador había estado muy satisfecho con la mercadería y estaba más que dispuesto a comprar más.

Una voz suave lo sacó de sus pensamientos. Levantó el rostro para encontrar, más una vez, a Granger en medio de su sala, que a decir verdad no era muy grande.

— Granger. — dijo a modo de saludo.

— Draco. — no entendía por qué infierno ella había decidido empeñar su nombre de pila, pero no dijo nada al respecto. — Puedes leerlo y firmarlo. No te borré. Esto ya es suficientemente malo, quitarte sería... — Hermione negó con la cabeza, como si le costará incluso imaginar semejante acto atroz.

Draco agarró el pergamino y le dio una rápida mirada. El informe de ella era conciso y detallado. De cierto modo, se dio cuenta, había tratado de elevar los detalles en los que él actuaba con precisión tratando de defenderla y darle algo de mérito. Pero omitió los detalles del imperdonable, y cómo fue él quien atacó primero. No era tan bueno como el informe que él había hecho, pero tenía que ser suficiente. Estampó su firma en el lugar indicado y se lo tendió.

Hermione asintió con la cabeza, como si estuviera considerando algo en su mente. Luego se dio media vuelta y se marchó. Draco se mantuvo mirando el lugar por donde ella salió por lo que parecieron varios minutos. Hasta que bajó la cabeza y se hizo cargo de las pistas que tenía antes sus ojos.



Actualizando por acá, que hace tiempo no vengo. Iré actualizando a medida que puedo. Estoy trabajando con otra historia que esta cerca del final y quiero cerrar su ciclo para poder dedicarme por completo a esta historia y a prisionero, que pretendo actualizar en breve. 

La luz que habita en ti [Dramione] TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora