Desde hace poco menos de un año la vida de Daniel LaRusso había dado un giro de 180 grados, pasando por un amistoso divorcio hasta tener a Johnny Lawrence durmiendo al lado suyo.
El pelinegro sonrió cuando sintió el brazo del ojiazul rodear su cintura y agradeció que el rubio pudiera descansar luego de pasar la noche escuchándolo. Suspiro por undécima vez y besó la frente de Johnny.
─ Es hora de despertar, los chicos ya llegaron y nos esperan. ─ Johnny se quejó y tapó su cara con la almohada.
─ Inicia tú, yo estoy cansado.
─ Prometiste hacer el desayuno para todos. ─ Daniel lo movía con insistencia. ─ Vamos. ─ En un rápido movimiento, Johnny acostó al pelinegro, se colocó sobre él y cubrió a ambos con las cobijas. ─ ¿Qué haces? Los chicos están aquí.
─ Si no hacemos ruido no creo que nos descubran. ─ El rubio iba a atacar los labios del pelinegro, pero la insistencia con que Sam tocaba la puerta los separó. Daniel se levantó para abrirle a su hija y Johnny se tapó con una sudadera.
─ ¿Por qué tocas así?
─ Silver y Kreese están afuera. ─ Daniel se tensó y Johnny lo agarro de la mano en señal de protección.
─ Diles a los chicos que entren, yo saldré a ...
─ Iré contigo, no te dejaré solo con esos dos imbéciles. ─ El pelinegro asintió.
Los jóvenes habían acordado espiar desde la puerta entreabierta, si Terry o Kreese hacían algo en contra de Johnny o Daniel serian ellos quienes los defendieran.
Kreese nunca fue estúpido, cualquiera que lo conociese diría que su inteligencia y perspicacia es de un verdadero psicópata en potencia. Así que no fue difícil sospechar de la relación entre LaRusso y el mejor de sus alumnos pues Johnny permanecía tras el pelinegro en estado de alerta y posición de pelea listo para atacar si se atrevían a tocarle un solo pelo a Daniel.
─ Danny boy, ¿Cuánto tiempo? ─ Intento acercarse, pero el ojiazul dio un paso adelante obligando a Terry a retroceder. ─ Veo que no perdiste el tiempo, dos maravillosos hijos con espíritu de líderes, lástima que uno de ellos no quisiera seguir con el aburrido Karate de Miyagi, por cierto, mis condolencias por la muerte del viejo Miyagi.
─ Terry, dime lo que tienes que decir y lárgate por favor. ─ Dijo Daniel entre dientes.
─ Aún conservas esa actitud tan impulsiva, me agrada. En fin, no quiero perder más tiempo, he venido a negociar contigo y con tu amigo, ─ Observó a Johnny. ─ si no les molesta.
─ No tenemos nada que negociar, nuestros problemas van a resolverse en el torneo. ─ Daniel dio media vuelta decidido a acabar con ese innecesario encuentro.
─ Sin Miyagi eres un cobarde. ─ Grito Kreese, el pelinegro apretó los puño tratando de resistir sus deseos por voltear y darle un merecido golpe. ─ Por eso tu hijo busco un verdadero sensei, uno que tuviera el valor de iniciar una pelea. ─ Fue la gota que derramó el vaso, Daniel se soltó de Johnny y tomó a Kreese por las solapas. Terry intentó separarlos, pero el ojiazul lo detuvo.
─ ¿Me hablas a mí de cobardía? ─ Inquirió Daniel con sarcasmo. ─ Cuando tú, el mayor de los cobardes va llorando tras su compañero de guerra porque no puede resolver sus propios problemas ni siquiera haciendo trampa. Es mi última advertencia, lárguense. ─ Daniel empujó a Kreese contra el piso ante la mirada atónita de los presentes.
Terry y Kreese se marcharon lo más rápido que pudieron y Daniel fue en busca de algo donde pudiera descargar su ira. El pelinegro sabía que, si quería derrotar a eso dos, tendría que pensar como un Cobra y golpear fuerte. El miedo jamás volvería a detenerlo, haría lo que fuese necesario por mantener a sus seres queridos a salvo y nada ni nadie lo detendría.
Por otra parte, Johnny estaba consciente de lo que aquella desagradable visita provocó en su novio, nunca antes vio a Daniel tan furioso y entendió que debía mantenerse calmado para evitar que el pelinegro hiciera algo de lo que se pudiera arrepentir, regular sus emociones no le era tan sencillo y para aprender a desarrollar su parte espiritual debía poner en práctica algunas técnicas.
Y los pobres alumnos confundidos, observaban al sensei Lawrence practicar la Kata y al sensei LaRusso romper tablas de madera.
─ Creo que es hora de actuar. Dijo Sam y Miguel asintió.
─ Hay que irnos de una vez.
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No Mercy (LawRusso) [Three Shot]
FanfictionY los pobres alumnos confundidos observaban al sensei Lawrence practicar la Kata y al sensei LaRusso romper tablas de madera.